Friday, November 30, 2007

Admirable puesta en escena de Rolando Moreno.


La Revista del Diario
Publicado el 11-29-2007

Reflexiva oración

Admirable puesta en escena

Por Jesús Hernández


No es una oración cualquiera, sino la esencia de un sentimiento único que sólo la muerte puede interrumpir. Fundamento que hilvana el argumento de Alguien quiere decir una oración, una peculiar pieza teatral concebida por el dramaturgo cubano, afincado en Miami, José Abreu Felippe, que el director Rolando Moreno adapta y suaviza para presentar con éxito en la sala del Kímbaracumbara en Miami.

José, que además es un admirado poeta y narrador, toma el doloroso suceso que significa el accidente de tráfico que provoca el fallecimiento de la madre y apuesta por un sustancial despliegue de sensaciones íntimamente ligadas al paso del infatigable tiempo y su permanencia más allá de la muerte. Argumento que el autor presenta desde las perspectivas de dos hijos, el esposo y la causante del deceso. Todo eso acicalado por alegóricas baladas, unos diálogos y unas reflexiones que coquetean con la prosa poética, el humor criollo y roza el sarcasmo sin caer en estereotipos. Incluso los nombres dados a los dos personajes hermanos, Imbécil y Estúpido, están destinados a marcar la impotencia ante el curso de la vida. Texto que aparece publicado en su libro Teatro (Editorial Verbum) que forma parte de una trilogía, cuyo hilo conductor es la inevitable muerte, llamado sutilmente Tríptico con furia, un aro y muy poco azul.

Rolando apuesta aquí con un texto concebido por un autor del patio. Necesario acto que no sólo reconoce el mérito de la dramaturgia hecha en casa, sino que rompe la tendencia general de muchos directores de mirar “afuera” en busca del éxito probado.

De hecho, el director se enfrenta a un complejo texto que evoca múltiples escenas, muy marcadas por el ir y venir del tiempo, en una minuciosa escenografía sumamente simbólica. Simplifica el decorado en un reducido espacio y presenta a los cinco personajes resumidos por dos actores.

No hay fachada colonial, ventana enrejada, ni catres como pide el autor. Pero sí una escalera de tijeras, que es refugio, altar, entrada y salida de la eternidad, que semeja a la imprescindible pirámide escalonada reclamada en la obra, situada en medio de otros elementos que son igualmente funcionales y necesarios. Un sombrero, depositado sobre un pequeño colgador, simboliza la presencia del padre.

Las luces, siempre sujetas a la disponibilidad en los espacios pequeños, son acertadamente manejadas por Danny Jacomino. Producción que es complementada por un apropiado vestuario que, además de ayudar a diferenciar los personajes, marca los espacios. Como es el caso de una de las apariciones del personaje Madre, que sale a escena cobijada bajo una sombrilla y cubierta por un extenso velo negro, que además de representar el estado de muerte que aún desconoce, enmarca la dimensión donde se encuentra.

Gerardo Riverón interpreta el caricaturesco Imbécil muñeca en mano. El hijo entrañablemente ligado a la presencia de la madre. Que aún no asume la partida de quien siempre cuidó de él. Convincente interpretación que asume con ingenuidad. Gerardo también encarna el personaje de Asesina, la vendedora de flores que ocasiona la muerte y se autodenomina fracasada “puta”. Epíteto que el autor aplica como evidencia de resarcimiento ante el mortal suceso y que el actor se adjudica con sutil gracia y dramatismo. Control interpretativo que manifiesta en un monólogo crucial en el que el personaje manifiesta cuán desgraciada e inocente es.

Tomás Doval es Estúpido. El hermano que tiene muy claro lo sucedido. Quien opta por el recuerdo y el juicio que traería la dulce venganza. Terminante interpretación que Tomás protagoniza con austeridad y contrapone cuando asume súbitamente el personaje femenino de Madre, protectora, complaciente y también sufrida; y luego retoma el papel masculino que igualmente ayuda a marcar la secuencia del tiempo.

Rolando logra adaptar una complicada trama dentro de los cánones de otra más ligera, sin faltar a la esencia del primero. Hace que los actores y personajes interactúen en un sólo acto y los conduce a una perspicaz revancha que el autor manifiesta con visos de furia y hasta crueldad. Incluso toma un pequeño diálogo y reflexión del primer acto en el texto original y lo coloca al final para enfatizar el realismo que inunda el argumento. Una admirable puesta en escena que rinde honor al autor y director por igual.

Alguien quiere decir una oración, en la Sala Kimbaracumbara 1644 SW Calle 8, Miami. Presenta su última función este Viernes 30 a las 8.30 p.m.

Telef. 305 642-8822.


Tuesday, November 27, 2007

Dos Estrellas de Olga Connor: Premios René Ariza.

Foto: José Abreu Felippe. Julio Matas y Nena Acevedo.

La destacada periodista Olga Connor acaba de publicar en el Nuevo Herald una crónica compartida con los premios de la revista Vista a hispanos meritorios por los logros en sus carreras y los "Premios René Ariza" en el 2007, a personalidades de la cultura cubana. Para leer el texto completo, puede ir al enlace de arriba al Nuevo Herald.


Olga Connor
Publicado el martes 27 de noviembre del 2007

ICRA PREMIA A

DOS ESTRELLAS CUBANAS

La Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana me fue recordada por el dramaturgo, novelista, actor, director de teatro y profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh Julio Matas, antes de que le entregaran el Premio ICRA en su honor en la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami. En la Plaza Cadenas se encontraba la maravillosa columnata que usaba la escuela del arte teatral para todos los jóvenes en la época prerrevolucionaria, el Teatro Universitario de La Habana que dirigía Luis A. Baralt, y donde era profesora la actriz Nena Acevedo, quien recibió el otro Premio ICRA esa tarde, y a quien Matas presentó admirablemente. Raúl de Cárdenas envió un escrito recordándola: ``Aunque era una actriz excelente --ya la había visto en Mujeres de Claire Boothe, en una simpatiquísima interpretación-- creo que para ella más importante que la actuación era enseñar''.

De Julio Matas, gran amigo y maestro, fundador en La Habana de mediados de los 50 del grupo teatral Arena, Matías Montes Huidobro, dramaturgo, novelista, poeta y profesor emérito de la Universidad de Hawai, escribió un largo panegírico, más que merecido, que leyó en la presentación del Premio.

Nos recordó la dirección de Matas, tan sonada, de La soprano calva, en la cual tuvo a su cargo el papel de Mr. Martin, en el Lyceum y Lawn Tennis Club, en 1956, y muchas más, como la pieza de Virgilio Piñera, Falsa alarma (1957) y La lección, de Ionesco (1957). Pero Matas pasará a la historia por su magnífico teatro escrito mucho del cual también se ha puesto en escena: Juego de damas, La crónica y el suceso, Aquí cruza el ciervo y El extravío. Ha publicado además sus obras dramáticas, como el libro El rapto de La Habana, que reúne ocho de ellas. Es autor de la novela Entre dos luces y de numerosos ensayos críticos. Su vida ha estado dedicada al amor por la palabra y el arte.

Esperanza de Varona y Lesbia Orta de Varona, por la Universidad de Miami, e Yvonne López Arenal y Luis de la Paz, por el ICRA hicieron los honores. Yara González Montes presentó las placas.•

Monday, November 26, 2007

René Ariza y su teatro para todos: Los acosados de Huidobro.

Cortesía de Matías Montes Huidobro.

Aquí les mostramos una nota publicada en el año 1960 en Lunes de Revolución. Los acosados una de las obras breves de Matías Montes Huidobro fue dirigida por René Ariza. Los acosados también fue una de las obras escogidas en nuestro primer ciclo de lecturas en el año 2006. La obra en esta ocasión fue dirigida por el propio autor.

Friday, November 23, 2007

La prensa: Alguien quiere decir una oración.

Foto: Pedro Portal. Gerardo Riverón.

La Revista del Diario
Publicado el 11-22-2007

Estrenan Alguien quiere decir una oración

Por Luis de la Paz


El teatro cubano exiliado se enriquece con el estreno mundial en Miami de la obra Alguien quiere decir una oración del dramaturgo cubano José Abreu Felippe, bajo la dirección del experimentado Rolando Moreno. Esta pieza escrita en 1995, es la primera obra de un tríptico, cuyo tema central es la muerte, que incluye además Si de verdad uno muriera y Muerte por aire.

La Revista del Diario conversó con Rolando Moreno sobre esta propuesta y nos dijo: “A mí siempre me interesó ese texto por su temática y forma, más allá de una posible puesta. Es un texto muy interesante y sobrecogedor”. De repente la idea de llevar a escena esta obra crece en Moreno, lo que lo lleva a convocar a dos actores, Gerardo Riverón y Tomás Doval, que considera ideales para interpretar los personajes que integran la pieza.

Alguien quiere decir una oración narra el estado de ánimo, la furia, la impotencia y la reacción de dos hermanos, ante la muerte de su madre en un accidente y la manera que afrontan ese suceso. De esta pieza el profesor José A. Escarpanter ha señalado que: “muestra un hecho, la imprevisible muerte de una mujer desde una doble perspectiva: la de sus hijos y la de la autora del crimen involuntario y concluye con la venganza de los jóvenes”.

Le preguntamos a Moreno sobre el reducido espacio de que dispone en Kimbaracumbara para montar esta obra: “Si el texto que tienes en la mano te provoca, uno hace teatro en la cabeza de un alfiler, no importa cuán pequeño sea el espacio del que se disponga”, dice con determinación. “Yo soy escenógrafo y tengo mucha experiencia trabajando con limitaciones. Además alguien dijo que las limitaciones crean los estilos y yo creo en eso”.

“En este caso comencé a construir una instalación, un aparato donde puedan ocurrir las cosas que el autor pedía. Abreu Felippe pedía una escenografía a izquierda y derecha más o menos realista, pero al centro rompía una especie de pirámide, mausoleo, donde pasaban cosas. Se podía entrar y salir y eso me provocó, de ahí partí y ahí están esos elementos en la propuesta que vamos a estrenar”, afirma.

Moreno dice que fue trabajando con los actores de una manera muy intensa: “Ellos hicieron ejercicios de improvisación y la cosa fue creciendo, elaborándose”, señala. “Honestamente me siento orgulloso, porque creo que he incluido todas las ideas del autor, así como los recursos dramáticos que Abreu Felippe utiliza dentro del teatro, como juegos con el tiempo, con el espacio, y ciertas referencias dentro de una escena, en que los actores empiezan a hablar del director y del propio autor”. Luego concluye: “Digamos que yo mezclé los ingredientes a mi gusto, pero el buen ron añejo lo suministró el talento del autor. Lo importante es un buen texto, lo demás es un trabajo a realizar. La puesta es un hecho muy bonito, pero efímero, lo que sobrevive es el texto escrito”.

Con esta propuesta Rolando Moreno lanza preguntas, explora territorios, sensaciones, dejando que sea el público, de acuerdo a sus vivencias, quien saque las conclusiones. Como director y amante del teatro afirma que: “Hacía rato que no me sentía tan estimulado por un trabajo. No sé por qué será, tal vez porque he tenido tiempo, porque los actores han sido increíbles, porque a mí me tocan las cosas muy de cerca. Todos hemos tenido una madre y esta obra trata de la pérdida de la madre, pero más allá de las circunstancias en que ocurre esa muerte. Ahí es donde está la universalidad del texto, en la poca cosa que somos. Nada del destino. No, lo insignificante que somos, la casualidad que es la que en verdad nos gobierna. Una vida se puede acabar en un momento, la existencia de un ser humano lleno de ilusiones y de ganas de vivir”, A continuación agrega: “El sentido del tiempo. Eso es otra cosa lindísima que tiene la obra, el tema del envejecimiento. La gente que vivió contigo comienza a morirse antes que tú y te quedas sólo con tu realidad. El sentido de lo eterno, de lo que perdura está en nosotros mismos, mientras haya alguien que te recuerde tú sigues vivo. Esas son las preocupaciones universales que están en la obra y que me han tocado”, finaliza diciendo.

Alguien quiere decir una oración: reflexiones sobre la muerte y la vida.
Publicado el jueves 22 de noviembre del 2007 en el Nuevo Herald. Por Arturo Arias-Polo.


Alguien quiere decir una oración se presenta los viernes a las 8:30 de la noche en el café teatro Kimbaracumbara, 1644 SW Calle 8. Entrada 25 dólares. Reservaciones (305) 642-8822.

Wednesday, November 21, 2007

Alguien quiere decir una oración de Abreu Felippe.

Foto: José Abreu Felippe. Cortesía de la revista El Ateje.

Se estrena pieza teatral de uno de los autores del patio, bajo la dirección de Rolando Moreno. El instituto Cultural René Ariza les sugiere asisitir a su estreno.

Poster de la obra.

MAROMA PLAYERS y KIMBARACUMBARA

presentan


ALGUIEN QUIERE DECIR UNA ORACIÓN

obra del dramaturgo JOSÉ ABREU FELIPPE
en versión de ROLANDO MORENO
con las actuaciones de GERARDO RIVERÓN y TOMÁS DOVAL

VIERNES 23 Y 30 DE NOVIEMBRE A LAS 8:30 P.M.
KIMBARACUMBARA, 1644 SW 8 CALLE
(305)-642-8822

Saturday, November 17, 2007

Nena Acevedo: Una vida dedicada al teatro.

Foto: Mario García Joya. (Mayito)


NENA ACEVEDO: SESENTA Y CINCO AÑOS DE LABOR TEATRAL.

por Julio Matas.


Antes de hablar especificamente de Nena Acevedo, debo referirme a una institución de la cual Nena fue uno de los puntales, o mejor, columnas que la sostuvieron: el Teatro Universitario de La Habana. Y al decir columnas, evoco necesariamente la columnata griega del pórtico de la Escuela de Ciencias Felipe Poy, que sirvió de escenario a tantas brillantes representaciones del Teatro Universitario, fundado por el austriaco Ludwig Shajowicz y dirigido despues por Luis A. Baralt: entre ellas las tragedias griegas Edipo Rey, Medea, Hécuba, Las coéforas. Agamenón, o piezas del repertorio del Siglo de Oro tales como Numancia, Pedro de Urdemalas, varios entremeses de Cervantes, y las comedias de enredos de Lope de Vega, Moreto y Tirso de Molina.

Fue, justamente en aquellos comienzos en el Teatro Universitario que Nena se destacó como la figura central de dos comedias de Lope: La discreta enamorada y La dama boba. Su voz de un timbre cristalino, que podía caer en lo jocoso sin exageraciones, su diccion purísima, su gracia de movimientos en escena, hicieron las delicias de todo aquel que presenciara esos espectáculos. Nena nunca, por lo demás, padeció del mal que sufrén tantas actrices de estos tiempos: el estrellato. Pudiendo interpretar papeles de envergadura, no ponía reparo en aceptar papeles secundarios. En todos ellos se lució siempre; la recuerdo haciendo la Colombina de La marquesa Rosalinda, de Valle-Inclan, una de las Manolas de Mariana Pineda, la esposa dolorida de El malentendido, de Camus, con el mismo entusiasmo que ponía en los papeles protagónicos. Se Ie recuerda también como protagonista en La Fablilla del secreto bien guardado y haciendo la joven Teresa de Cepeda, que fuera más tarde Teresa de Avila, en El Maestre de Santiago, de Henri de Monthérlant. Fue ese entusiasmo el que ha gobernado su vida y su carrera en el teatro. En cuanto profesora de Actuación en el Seminario de Arte Dramático, guiaba a sus estudiantes con el mismo entusiasmo contagioso, sugiriendo, aconsejando, nunca con una frase desagradable o un gesto avinagrado, y sin distinciones de ninguna clase. La recuerdo leyendo con sus estudiantes obras de Shakespeare o Calderón para desentrañar motivaciones y líneas de conducta de los personajes.

En 1957 la tuve por compañera en el elenco de La señora Ana enseña sus medallas, de J. M. Barrie, el autor de Peter Pan, en cuya obra era la protagonista, que se llevó a escena en la sala Hubert de Blanck. El personaje era una vieja inglesa de clase humilde en el Londres de la Primera Guerra Mundial; su pretensión de que un soldado escocés era su hijo, se volvía dramática cuando, al final, le entregaban las medallas del soldado muerto en acción. Recuerdo la pasión que ponía Nena en el personaje, su entrega total que a todos nos conmovía. A propósito, Nena insiste en contar una anécdota memorable. El soldado lo interpretaba Pedro Álvarez, un célebre galán de teatro y televisión, y Nena, en un momento, debía sentarse en sus piernas, con afecto de madre e hijo, pero se resistía a hacer aquello, porque se moría de vergüenza de tener que sentarse en las rodillas de Pedro, pero al fin se sentó, y bien sentada que estuvo.

Yo me ausenté de septiembre de 1957 a enero de 1960, y a mi regreso a la Isla, me encontré una Cuba revuelta, donde hacer teatro se convirtió para muchos de nosotros en un escape necesario a tanta confusión y atropello. Para 1962, Nena salió del país. Muchos se fueron antes. Yo duré hasta mayo del 65.

Su carrera no se detuvo en el exilio, primero en Puerto Rico, donde impartió clases de teatro en una escuela de niñas y dirigió allí varias representaciones, escribiendo ella misma los textos cuando se necesitaba. Luego, en Los Angeles, donde dirigió y actuó en La zapatera prodigiosa, Los árboles mueren de pie, y, muy en especial, en 940 South West 2nd Street, del cubano Leopoldo Hernández. Por fin, Nena decidió venir a Miami, donde se radicó y trabajó, trabajó mucho, como actriz y como directora de una serie de lecturas dramatizadas de obras cubanas entre 1995 y 1997, auspiciadas por Teatro Avante, que fueron, por cierto, precursoras de las que realizamos en el ICRA los terceros jueves de cada mes a partir de enero de cada año. Enumerar las obras en que actuó en Miami tomaría más tiempo del que dispongo en estos momentos, pero se destacó muchísimo en Damas retiradas, La tercera palabra, Mamá cumple ochenta años, y tantas otras. A todo esto se sumó su labor, junto a Marta Llovio, en el grupo de teatro infantil "Chicos", en el cual codirigió, actuó, entrenó a los muchachos mayores y escribió o adoptó un buen número de piezas para llevarlas a escena.

Esto no es un recuento puntual de toda la labor de Nena Acevedo en el teatro durante más de sesenta años, sino un intento de dar idea de la carrera de una talentosa y entusiasta mujer de teatro, que bien y más que bien, se merece este premio por su vida dedicada por entero a las artes escénicas, sin desmayos, sin distracciones, con el perenne entusiasmo de que hablaba al principio. Nena Acevedo, aquí presente, y presente siempre en los corazones y el recuerdo de cuantos la hemos conocido y tratado a través de los años.

Julio Matas: Merecido homenaje a su vida y su obra.

Foto: Mario García Joya. (Mayito)


JULIO MATAS: MEDIO SIGLO DE VIGENCIA ESCÉNICA

por Matías Montes Huidobro.

La dedicación de Julio Matas al teatro cubano se extiende por más de medio siglo como actor, director, ensayista y dramaturgo, a partir de 1953 cuando funda en La Habana el grupo teatral “Arena”. De más está decir que Matas es más que merecedor del homenaje que se le hace esta noche, porque no se trata de un reconocimiento arbitrario y gratuito que se entrega sin estar respaldado por una sólida valorización de una obra realizada. Y esto no lo digo por las relaciones de amistad que nos unen, porque en este caso no serían suficientes para destacar la importancia de su trabajo, sino por razones más sólidas que evalúo como dramaturgo y como crítico. La instauración del Premio René Ariza llena un vacío teatral, histórico y cultural en el teatro cubano con sede en exilio, al otorgarle el premio a un dramaturgo que es un arquetipo de una vida dedicada al teatro, y para mí es un privilegio poder decir unas palabras a modo de presentación que confirmen, aunque sea de forma panorámica, lo que vengo diciendo. Cuando en 1965 Julio Matas toma el camino del exilio, lejos de cerrar con ello su labor en el teatro cubano, no hizo más que ampliarlo y solidificarlo con una obra dramática que le quedaba por escribir. A las difíciles circunstancias que representa el exilio para todos los escritores, el teatro ofrece barreras, a veces insalvables, que hacen más ardua la dedicación al mismo. Julio Matas, fiel al idioma y a su función como escritor cubano, siguió ascendiendo en una trayectoria iniciada en Cuba décadas atrás.

Nacido en La Habana en 1931 (fecha en que varios padres cubanos se pusieron de acuerdo para hacer una importante contribución genética al traer al mundo a varios importantes dramaturgos: Julio Matas, José Triana, Fermín Borges y quien estas palabras escribe), Julio cursó estudios, simultáneamente, de Derecho y de Drama en la Universidad e La Habana. Graduado del Seminario de Arte Dramático y de la Facultad de Derecho (1954 y 1955) respectivamente) su vocación lo llevó principalmente por el camino de la literatura y el teatro. En el Seminario de Arte Dramático participó, como estudiante, en diversas capacidades: como operador de luces, director en el teatro experimental, formado por aquella época, y actor en las representaciones del Teatro Universitario, que fueron famosas, en la Plaza Cadenas de la Universidad. Como ya mencionamos, en 1953 fundó el grupo teatral Arena, que en un principio se dedicó a montar piezas bajo su dirección, en espacios circulares un tanto inusitados: Recuerdos de Berta, de Tennesse Williams (Valla de gallos Habana, 1953); Medea, de Eurípides (Sindicato de Torcedores, 1954). Más adelante la agrupación realizó representaciones en teatro convencional, siendo la más notable La soprano calva, bajo su dirección, en la cual tuvo a su cargo el papel de Mr. Martin (Lyceum y Lawn Tennis Club, 1956). El éxito de esta pieza (en el momento en que empezaban a florecer las salas-teatro en La Habana) decidió a Adolfo de Luis, que regenteaba la sala Atalier, a mantenerla por varias semanas en ese local. Esta breve temporada culminó con varias funciones en el Palacio de Bellas Artes, a teatro lleno y con un éxito rotundo. Otras puestas en escenas le siguieron: Falsa alarma de Virgilio Piñera (1957) y La lección de Ionesco (1957), ambas en el Lyceum. En estos años colaboró con Néstor Almendros, Ramón F. Suárez y Tomás Gutiérrez Alea en ensayos cortos de cine. Fue también Secretario de la Cinemateca de Cuba en su primera época.

Entre septiembre de 1957 y enero de 1960 estuvo en Cambridge, Massachussets, donde cursó estudios en el Departamento de Lengua Romance de la Universidad de Harvard. Su intención original era especializarse en el teatro español del Siglo de Oro, pero la falta de un consejero en este campo impidió que su deseo se hiciera realidad. Recibió en Harvard el Master’s Degree y el doctorado, circunstancia que lo ayudaría a obtener cátedra de profesor de literatura de la Universidad de Pittsburgh, la que mantuvo desde 1965 hasta 1989.

En enero de 1960 regresó a Cuba, como uno de los directores seleccionados para el recién creado Teatro Nacional de Cuba. Desde entonces hasta 1965, desarrolló una intensa labor como director y actor. En 1960 montó 1960 Nuestro pueblito, de Thorton Wilder, para el Teatro Nacional, y en un programa doble, La soprano calva y La lección, en la Sala Teatro Prometeo. En esa época yo era crítico teatral del periódico Revolución y tengo una vivencia directa de estos tres excelentes montajes, en tres obras muy acordes con la sensibildad dramática de Matas. Su meticulosa y perfeccionista dirección de Nuestro pueblito sirvió para recoger con fidelidad el espíritu de Wilder, reconstruyendo los objetos gracias a la pura evocación gestual, que a su vez Mario García Joya captaría fotográficamente en un estupendo emplanaje que apareció en Revolución, con un inolvidable juego de paraguas bajo la lluvia. Dejé constancia a su vez, de su flemática y parsimoniosa interpretación de Mr. Martin en la primera escena de La soprano calva, y de los dos estupendos trabajos de actuación que logró Matas con Julia Astoviza y Cecilio Noble en La lección, donde el diálogo y las voces funcionaban como cuchillos.

Después dirigirá, en 1961, de forma menos impactante, El pescado indigesto, mediocre pieza de Manuel Galich y, en 1962, La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón, uno de los textos señeros del Siglo de Oro, que también protagonizó. En 1963 se le encomendó el papel de Oscar, el alter ego de Virgilio Piñera en Aire frío, la cual se mantuvo en cartelera en la sala Las Máscaras durante una buena parte de ese año. En este período final en la Isla, trabajó como actor y director en la Televisión nacional (en los programas “El cuento universal”, “Teleteatro” y “Lunes de R en TV”)

Estos antecendentes son importantes para ubicar a Julio Matas en el contexto cubano de su tiempo, desde el período de formación en los cincuenta, época en la cual se va a ir gestando una visión estética que trasciende los límites nacionalistas y realistas de generaciones previas. En oposición al discurso mimético, desde los cincuenta el teatro del absurdo y la crueldad, presidido por Virgilio Piñera, va a implicar nuevas direcciones que van a seguir en pie y a ampliarse a principios de la Revolución. Es todo un período de refinamiento intelectual innovador, con un rechazo a la vulgaridad y al folklorismo, en búsquedas de otro carácter que en el teatro va a conducir a una dramaturgia experimental y de vanguardia verdaderamente revolucionaria, no menos cubana que cualquier otra, que culminará con el triunfo internacional de La noche de los asesinos de José Triana en 1965. Es un momento clave en el cual el discurso oficial se intensificará con el propósito de estrangular todo lo que esa vanguardia representaba para establecer los parámetros de la creación colectiva y el realismo socialista de los setenta. Es precisamente en este momento, que Matas escribe La crónica y el suceso, que es al mismo tiempo y a mi modo de ver, su ópera prima y su obra maestra. Estamos precisamente a mediados de los sesenta, que configura la década más importante del teatro cubano, por la cantidad y calidad de textos que se crean en este período, en el cual La crónica y el suceso es un caso representativo, ubicando la dramaturgia de Matas en ese mismo espacio. Publicada, pero sin estrenar (deuda pendiente que tiene el teatro cubano con el dramaturgo), la suerte le ha sido relativamente adversa, pero queda como prueba del oficio y buen hacer teatral de Julio Matas, donde culmina ya todo su proceso de aprendizaje y experiencia teatral esbozado previamente, convirtiéndola en una obra con pleno dominio de los componentes teatrales.

Todo esto explica también que en 1961, en una mesa redonda que se llamó “Lunes conversa con autores, directores y críticos sobre el teatro cubano”, en que se nos estaban apretando los tornillos para que los dramaturgos cubanos nos pusiéramos al servicio de la Revolución “reflejando (entre comillas) el momento actual de la Cuba revolucionaria”, Julio se bajara con una idea racional y al mismo tiempo descabellada, propia del teatro del absurdo que estábamos viviendo en ese momento, y cito: “Yo creo que en Cuba, en general Hispanoamérica, ha descuidado mucho el cultivo de los clásicos, y no hay que olvidar que el teatro clásico español es patrimonio de nuestros pueblos. Yo propongo una mayor atención de los teatristas hacia los grandes autores del Siglo de Oro; los jóvenes autores se formarían respirando ese aire refrescante, aunque luzca paradójico, que es la buena y vieja tradición” (fin de cita). Con estas ideas en la cabeza, es lógico que pocos años después (precisamente tras co-dirigir en 1965 El perro del hortelano de Lope de Vega en la Sala Hubert de Blank, que fue su última incursión en el teatro antes de salir de Cuba) tomara el camino del exilio y que hoy lo tengamos entre nosotros. Su cultura, su conocimiento del teatro universal y su temperamento, no estaban en concordancia con el castrismo, cuya escala de valores morales y estéticos funcionaban al lado opuesto del péndulo. Cuba, decididamente, no estaba a tono con el aire refrescante de los clásicos.

En 1973 se reintegra a la dramaturgia cubana con la publicación, en inglés, de Juego de damas, escrita originalmente en español, representando con ello el exilio del absurdo. Para esa fecha ya tiene años de docencia en la Universidad de Pittsburgh, donde siguió dando muestras de su amor por los clásicos al montar con sus estudiantes escenas de obras españolas de los cursos correspondientes, además de textos de piezas latinoamericanas. En su caso, el absurdo y la crueldad se entremezclan con el grotesco de la conducta humana, que es un elemento medular de su dramaturgia. Con este texto retoma el camino que había quedado interrumpido casi diez años atrás y reafirma, desde la extraterritorialidad, la continuidad de la resistencia estética. En la misma, el autor utiliza el grotesco a niveles de teatro de la crueldad y desarrolla un “suspense”, a veces en tono de farsa carnavalesca y metateatral, que debe darse visualmente por el deterioro de los muebles y la presencia de bibelots, jarrones y frasquitos, que crean la atmósfera opresiva y caduca de la obra. En conjunción con su experiencia como director de escena, el autor trabaja con un desarrollo gestual que conduce a la desarticulación psíquica de los personajes. Estamos en plena carnavalización de la conducta, típica de su obra, que también es un sello de teatral cubanía. convirtiendo Juego de damas en un clásico del absurdo.

Afortunadamente, si bien hay varias deudas pendientes respecto al montaje de sus obras, la mayor parte de ellas han sido publicadas. En Teatro aparecen La crónica y el suceso, Aquí cruza el ciervo y El extravío. Esta última puede verse como un comentario irónico de la existencia republicana y de la conducta nacional, lo cual no deja de ser un “extravío”, ya que no está asociado a la manera más tradicional de ver “lo cubano”. A Matas le gusta trabajar con temas asociados con lo mitológico y la tragedia clásica, reubicándolos en contextos cubanos o antillanos, pero dándoles la vuelta de tal forma que los distorsiona y aleja de su significado inicial. De esta forma, piezas que tienen referentes inmediatos (como es el caso de Los parientes lejanos, cuya lectura se llevó a efecto por el Instituto Cultural René Ariza) trascienden los límites realistas o costumbristas para ampliar su dimensión.. Al mismo tiempo que hay en su dramaturgia un refinamiento intelectual, no faltan elementos del quehacer popular, tomados a veces de la crónica roja con componentes intencionalmente folletinescos, que en muchos casos conducen a la deshumanización intencional de caracteres y situaciones.

Así lo hace en las obras que reúne bajo el título de Juegos y rejuegos, entre las que sobresalen El cambio y Tonos, percepciones demoledoras de la absurdidad de la conducta humana. Cuando dirigió La soprano calva en Cuba, escribí, respecto a su trabajo de dirección, que “el ritmo cotidiano, las pausas intencionales, las sutilezas en los gestos, en los pequeños movimientos, dieron la atmósfera de vida diaria en que debe desarrollarse la acción”. Esto ocurre en la mejor dramaturgia de Juegos y rejuegos.

Por lo general, Matas enfoca la atención en determinados contextos y les da la vuelta de tal manera que convierte lo histórico en un grotesco irracional absurdista, como ocurre en las ocho obras dramáticas que reúne en El rapto de La Habana.

La línea paródica, entremezclada con la crueldad y lo insólito, se pone de manifiesto en mayor o menor medida en un total de diecisiete obras que configuran su producción, algunas de las cuales se han presentado en inglés, español y portugués en Estados Unidos, Costa Rica, Venezuela y Brasil.

Matas ha publicado además diversos trabajos críticos, entre los que sobresalen los libros, Las novelas normativas de Ramón Pérez de Ayala y La cuestión del género literario; y una antología del teatro latinoamericano breve, en inglés, bajo el título de Selected Latin American One-Act Plays. Es autor de dos tomos de poesía: Homenaje y Retrato de tiempo; tres libros de relatos: Catálogo de imprevistos, Erinia, Transiciones, migraciones; y de una novela, Entre dos luces.

Como si fuera poco, queda por señalar un hecho de mayor monta para el teatro cubano, cuando una noche a fines de los años cuarenta, hizo una interpretación escénica de primera línea y una contribución única al teatro cubano interpretando la Casina de Plauto, la noche en que Yara y yo nos conocimos. Esta no es, sin embargo, la razón por la cual se le otorga el Premio René Ariza.

Julio Matas y Nena Acevedo.


Publicado el 11-17-2007 Diario Las Américas.

Entregan los Premios René Ariza.

El Instituto Cultural René Ariza (ICRA), celebró el pasado jueves 15 de noviembre un acto en la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, para entregar los Premios René Ariza 2007 a la actriz Nena Acevedo y al dramaturgo Julio Matas. Los galardonados son dos figuras importantes en el teatro cubano. El ICRA otorga anualmente este reconocimiento a aquéllos que han contribuido de manera extraordinaria a la promoción y difusión del teatro cubano (Foto Mario García Joya).

Friday, November 16, 2007

Fotos y Programa de mano: Premios René Ariza.

Para leer el programa haga click en la imagen.

Foto: José Abreu Felippe. Julio Matas y Nena Acevedo en el Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami en la ceremonia de premiación.

Foto: Mario García Joya (Mayito) Nena Acevedo.


Foto: Mario García Joya (Mayito) Lesbia de Varona, Yvonne López Arenal, Julio Matas, Nena Acevedo, Luis de la Paz, Yara González Montes, Matías Montes Huidobro y Esperanza de Varona.

Monday, November 12, 2007

De Raúl de Cárdenas para Nena Acevedo.






LA NENA DE MIS AMORES

Por Raúl De Cárdenas.

“El mejor modo de aprender es enseñar. A veces el maestro aprende más que el alumno. No hay mayor recompensa que ver como un alumno nos supera”.

Este comentario lo hizo Nena Acevedo en una mesa redonda sobre el teatro cubano, celebrada en el Lyceum de La Habana, en el 1958, según lo cuenta en sus memorias, “Por Amor al Arte”, el famoso director Francisco Morín.

Cuando yo conocí a Nena Acevedo ella era profesora del Teatro Universitario de La Habana, y aunque era una actriz excelente – ya la había visto en “Mujeres” de Claire Boothe, en una simpatiquísima interpretación – creo que para ella más importante que la actuación era enseñar.

Un encuentro casual en la “Plaza Cadenas” de la Universidad de La Habana con uno de sus alumnos, Ricardo Barber, que hoy en día es uno de los principales actores del “Repertorio Español” de Nueva York, hizo que Nena se interesara en lo que estaba escribiendo. Ricardo presentó una escena de mi segunda obra, “Los Animos Están Cansados”, y Nena se animó a dirigir la pieza con sus alumnos y estrenarla en el Aula Magna de la Universidad.

Corrimos con suerte, y aunque la obra no era mas que “un esfuerzo serio de un autor nuevo que busca su camino en la creación dramática” como apunto el crítico y dramaturgo Matías Montes Huidobro después de su estreno, la obra tuvo mucho éxito, se representó en varias ciudades de la Isla y finalmente fue llevada a la televisión.

Después de “Los Animos Están Cansados” escribí “La Palangana”, una obra en un acto que yo aspiraba a estrenar en la Sala Teatro “Arlequín” de Rubén Vigón que había creado los Lunes de Teatro Cubano para presentar a nuevos autores.

Vigón no se interesó en “La Palangana” y la rechazo sin muchas contemplaciones. Nena Acevedo, convencida que la obra era buena, fue a verlo y finalmente pudo convencerlo de que estrenará mi pieza. A pesar de haber dado su consentimiento, Vigón aún no estaba muy seguro del éxito de “La Palangana” y decidió “apuntalar” el programa con una obra de Gloria Parrado, “Arriba Arriba”, y un breve espectáculo martíano de René Ariza.

Los ensayos de “La Palangana” se hicieron en casa de Nena Acevedo que convirtió la sala de la residencia en un escenario. Finalmente, el 31 de enero de 1961, a casi 8 meses de mi salida de Cuba, “La Palangana” se estrenaba en La Habana y el resto es historia. Aquella sencilla pieza que había escrito en un fin de semana llegaría a convertirse en una de las más populares obras del teatro cubano, sería llevada al Canal 2 de televisión, continuaría representándose, y fue publicada sin mi autorización, aún después de haber abandonado Cuba.

Estoy convencido que mi presencia en el teatro cubano no hubiese sido posible, o quizás hubiese sido aún mucho más dificil, sin el apoyo, el consejo y el afecto de Nena Acevedo. De profesora se convirtió en amiga. Siempre sintió en lo más hondo de su corazón el amor por el teatro y supo impartirlo sin egoísmos. Nunca vaciló, durante esos años en el Teatro Universitario, en alimentar los sueños y las ilusiones de tantos jóvenes que aspiraban a ser algo en el difícil mundo de la escena.

La figura de Nena Acevedo permanence hoy en mi corazón tan fresca como la primera vez que la vi, cuando Ricardo Barber me la presentó. Guiada por la más pura dedicación, trato de enseñar todo lo que sabía, sin falsedades, a todos los que se acercaban a ella. En una profesión, la de actriz, donde se corre el peligro de lo banal y lo superficial, Nena se destacó por su seriedad, por sus convicciones y por su dignidad. Y cuando llegó el momento de tomar el camino del exilio, no vaciló ni un segundo. La pérdida fue para el teatro de la Isla, pero no para nosotros.

En estos días que se le rinde homenaje a Nena Acevedo he querido unir mi voz, porque la quiero, porque la respeto, y porque le quedo eternamente agradecido por todo lo que hizo por mí. Este dramaturgo le debe mucho a la Nena de sus amores.



Les recordamos que la entrega del Premio René Ariza a Nena Acevedo y Julio Matas se realizará el jueves 15 de noviembre, a las 6 de la tarde, en el Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, 1300 Memorial Drive, Coral Gables.

Saturday, November 10, 2007

Lucía Ballester. Poemas Domésticos.

Foto: Rogelio López Marín. (Gory).

El domingo 11 de noviembre se presenta en la "Feria Internacional del Libro de Miami" la escritora y poeta Lucía Ballester con el libro-objeto, Poemas Domésticos, 21 poemas manuscritos, 21 grabados y 21 ejemplares.

Lucía Ballester Ortiz. Nació en La Habana. Es Licenciada en Historia del Arte, Universidad de La Habana en 1978. Ha publicado, Una suma de frágiles combates; Poemas domésticos y Áreas exclusivas señalizadas. Trabajos suyos han aparecido en las revistas El Caimán Barbudo y Revolución y Cultura. La Regla Rota y El Faro, Catálogo de Letras y El Diario de la Mujer. Tiene inéditos un libro de cuentos infantiles y otro de historias breves. Además de escritora es artista plástico.

Miami Dade College Wolfson Campus
300 NE 2 Ave
edificio 3, 2do.piso salón 3208-09 alas 11.45 am.

Si desea obtener información sobre la autora y sus libros, escriba al siguiente email:
Balomar3@comcast.net

Friday, November 9, 2007

Fallece el escritor y dramaturgo Ramón Ferreira.


El destacado escritor y dramaturgo Ramón Ferreira nació en El Puente una aldea en Lugo, España. A los 9 años de edad emigró a Cuba, su patria adoptiva. Estudió en el Centro Gallego. Años más tardes estudio fotografía en Boston. Su amistad con Ernest Hemingway y Tennesse Willians influyeron en su formación literaria. Su desarrollo en el drama comenzó en el programa de televisión Estudio Cristal en la CMQ. Ganó el "Premio Nacional Hernández Catá" con su cuento Tiburón y el internacional, con Bagazo. Ferreira recibió también el "Premio Nacional de Literatura" y el "Premio Life" con otro de sus cuentos, Sueño sin nombre. Entre sus obras dramáticas se destacan Un color para este miedo, El Hombre inmaculado, El mar de cada día, con la que ganó el "Premio Tirso de Molina". En los últimos años escribía para El Nuevo Herald. Su obra El hombre inmaculado estrenada en el 1959 en La Habana y reestrenada en Miami en el año 2004 por Teatro Avante, bajo la dirección del argentino Alberto Felix Alberto. El 4 de junio del 2004, la obra inauguró el Festival Internacional de Teatro Hispano en Miami y contó con la presencia de Ramón Ferreira.

Los siguientes enlaces lo llevarán a dos artículos uno de la periodista y escritora, Olga Connor publicado en El Nuevo Herald el 11-9- 07 y el otro de Julio E. Hernández Miyares publicado en El Ateje hace un tiempo.

Primera página del programa de mano del Festival Internacional de Teatro Hispano. Foto: Asela Torres. (para leer el programa haga click a la foto)




Friday, November 2, 2007

Entrega de Premios René Ariza 2007.

El Instituto Cultural René Ariza (ICRA) anuncia el inicio de sus actividades para el período 2007-2008 con la entrega del Premio René Ariza 2007 al escritor y dramaturgo Julio Matas y a la actriz y profesora Nena Acevedo.

El nuevo programa de actividades se inicia el jueves 15 de noviembre con la entrega del Premio René Ariza 2007 a Julio Matas y Nena Acevedo. La directiva del ICRA decidió otorgarle el Premio René Ariza 2007 a estas dos personalidades del arte cubano, por su contribución al teatro cubano en la isla y el exilio.

La entrega del Premio René Ariza se realizará el jueves 15 de noviembre, a las 6 de la tarde, en el Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, 1300 Memorial Drive, Coral Gables.

CHC está localizado en el Roberto C. Goizueta Pavilion en el segundo piso en la biblioteca Otto G. Richter, en la Universidad de Miami en Coral Gables.



Julio Matas. (La Habana, 1931), cursó estudios simultáneamente de Derecho y drama en la Universidad de La Habana. Es graduado del Seminario de Arte Dramático y de la Facultad de Derecho (1954 y 1955). Su vocación lo llevó por el camino de la literatura y el teatro.





En el Seminario de Arte Dramático participó, como estudiante, en diversas especialidades: director en el teatro experimental, operador de luces, entre otras tramoyas. Formó parte como actor en las representaciones del Teatro Universitario, en la Plaza Cadenas de la Universidad. En 1953 formó el grupo teatral Arena, llevando a escenas Recuerdos de Berta de Tennessee Williams, Medea de Eurípides; La soprano calva y La lección de Ionesco y Falsa alarma de Vigilio Piñera.

Matas colaboró, en los años cincuenta, con Néstor almendros, Ramón F. Suárez y Tomás Gutiérrez Alea en la realización de varios cortos de cine. Entre 1957 y 1960 estuvo en Cambridge, Massachussets, donde cursó estudios en el Departamento de Lenguas Romances de la Universidad de Harvard. Su intención era especializarse en el teatro español del Siglo de Oro, pero la falta de un consejero en ese campo impidió que su deseo se hiciera realidad. En Harvard recibió el Master’s Degree y el Doctorado, títulos que le ayudarían a obtener una cátedra de profesor de literatura en la Universidad de Pittsburgh, la que desempeñó entre 1965 hasta 1989.

En enero de 1960 regresa a Cuba como uno de los directores seleccionados por el recién creado Teatro Nacional de Cuba, donde estuvo hasta 1965, año en que abandona la isla. En el Teatro Prometeo repuso La soprano calva y La lección de Ionesco y estuvo vinculado con las puestas de El pescado indigesto de Manuel Galich, Aire frío de Piñera y El perro del hortelano de Lope de Vega, entre otras.

En el exilio se ha desempeñado como profesor y escritor. Entre sus libros figuran Catálogo de imprevistos, Erinia, Transiciones, Migraciones y Entre dos luces. En teatro El extravío, La crónica y el suceso, Aquí cruza el siervo, Juegos y rejuegos y El rapto de La Habana. Sus obras han sido estrenadas en Estados Unidos, Costa Rica, Venezuela y Brasil.



Nena Acevedo. Una de las figuras más importantes en el desarrollo del teatro cubano. Su trabajo y dedicación dejó huellas imborrables en el Teatro Universitario y en el Teatro en Güines, municipio en las afueras de la capital cubana. Fue tan abarcador su trabajo que incluso llegó a impartir clases a enfermos mentales en el sanatorio de Mazorra en Cuba y a niñas en un internado en Puerto Rico.



Antes de salir de la Cuba en 1962 formó parte del estupendo elenco que protagonizó Mujeres, de Clare Boothe, dirigida por Cuqui Ponce de León y María Julia Casanova. Esta obra estuvo en cartelera en el teatro Hubert de Blanck, con 324 representaciones entre 1958 y 1960, en medio de circunstancias sociales tormentosas. Debutó ante el público en 1941 en el Teatro Universitario con Numancia de Miguel de Cervantes. Desde ese momento nunca más dejó de estar vinculada al teatro, donde también se destacó como directora, con obras de Cervantes y cosas pequeñas de teatro experimental, para un público reducido. Nena ha tenido una larga carrera, habiendo participado entre doscientas a trescientas obras. Su último trabajo fue Lola de Rafael V. Blanco en Teatro Avante, dirigida por Mario Ernesto Sánchez, en 1996.

En Puerto Rico, donde vivió siete años, se dedicó a dar clases de teatro en el Colegio de Niñas Puertorriqueñas. Cuando se traslada a Miami se vincula con Marta Llovio haciendo teatro infantil. En esa etapa Nena Acevedo escribía las obras. Una de esas memorables piezas fue El perro callejero, así como adaptaciones de obras infantiles clásicas, como La caperucita roja.


Contactos para más información sobre el evento:

Luis de la Paz-
ICReneAriza@aol.com
DelapazL@aol.com

Yvonne López Arenal-
Icreneariza@gmail.com