Sunday, September 30, 2012

Estreno absoluto de "NEVADA" en Estados Unidos

 


Diseño de poster: Alvaro Martínez.

Estreno absoluto de "NEVADA" en Estados Unidos.


obra original de Abel González Melo
dirigida por Alberto Sarraín
Bajo la dirección de Alberto Sarraín tendrá lugar el estreno absoluto en Estados Unidos de la obra Nevada, del dramaturgo cubano Abel González Melo, el próximo sábado 13 de octubre de 2012 en la Sala Avellaneda, a las 8:30 pm. La obra está producida por Akuara Teatro, La Má Teodora y el Archivo Digital de Teatro Cubano de la Universidad de Miami, y las funciones se extenderán hasta finales de noviembre, de viernes a domingo.

Tras haber estrenado con gran éxito en Miami las piezas Chamaco y Talco, también de González Melo, Sarraín vuelve a la carga con esta conmovedora fábula de amor, dinero y muerte, ubicada en la Cuba contemporánea, que junto a los textos anteriores conforma la trilogía Fugas de invierno. En el prólogo a la edición de Nevada que con motivo del estreno ha preparado el Archivo Digital de Teatro Cubano, el teatrólogo Rodolfo de Puzo afirma: “la obra muestra una galería de personajes sacados de una Habana que sorprende con su oculta violencia, que nos golpea al hacernos parte de su sordidez”.

Nevada concentra toda la acción a lo largo de un día. En medio del asfixiante calor del invierno habanero, una muchacha se prostituye para mantener a su familia y hacer feliz a su novio. Ha llegado el momento de lograr el sueño perseguido por los jóvenes amantes: irse de Cuba hacia la Florida en una lancha, para finalmente llegar a Nevada. Pero una serie de coincidencias y perversidades les harán poner a prueba su amor y les obligarán a actuar de forma salvaje e inesperada.

El espectáculo cuenta en los roles protagónicos con las actrices Yvonne López Arenal y Liset Jiménez, en una cruda relación madre-hija. El elenco está compuesto también por los intérpretes Pepe Ronda, Andy Barbosa, Carlos Alberto Pérez y Miriam Bermúdez. El diseño de escenografía lo firma Eddy Díaz Souza, las luces de Mario García Joya, la banda sonora de Pepe Murrieta, Técnico de luces Rolando G. Santini y la asistencia de dirección es de José Antonio Orta. Daniel Correa ha tenido a su cargo el trabajo videográfico, todo el equipo bajo la dirección artística de Alberto Sarraín.

Lugar: Teatro Akuara, 4599 SW 75 Ave. Bird Road Arts District, Miami.
Horarios: Viernes y sábados 8:30 pm, Domingos 5 pm.
Información y reservaciones: 786-853-1283.
Boletos: Admisión general $20.00.
Estudiantes, Seniors y Grupos $15.00.

Monday, September 17, 2012

Falleció en La Habana, Armando Suárez del Villar


Falleció en La Habana, Armando Suárez del Villar. Destacado Profesor de Artes Escénicas. Máster en cubanía. Mito del Teatro Cubano. Suárez del Villar recibió el Premio Nacional de Teatro en el año 2010 por su labor en el rescate, investigación y puesta en escena del teatro clásico cubano, con estrenos fundamentales como Baltasar, La hija de las flores, El becerro de oro y La escuela de los parientes .

Trayectoria Artística

El Profesor Armando Suárez del Villar es un Mito del Teatro Cubano. Como profesor, su amor a la enseñanza lo ha llevado a trabajar con jóvenes actores. Su apellido nos remite a la historia. Sus abuelos figuran entre los que lucharon por liberar a Cuba de España: Suárez del Villar en Cienfuegos. Armando fue fundador al igual que su padre del Grupo Ateneo y después, junto a Isabel y Alberto Panelo, del Conjunto Dramático de Cienfuegos, fundador en un sentido más profundo, es aquel que propone ideas transformadoras. En su provincia montaba obras de teatro bufo que lo acreditaban como un apasionado de la cubanía. Le dedicó mucho tiempo al teatro del Siglo XIX en sus investigaciones. Tuvo una visión contemporánea, para su época renovadora, al montar obras de autores de ese siglo, que otros directores y críticos consideraban como simples tentativas de imitar a los poetas románticos españoles. Hacer relucir la autenticidad de lo cubano en El becerro de oro. La puesta en escena de la obra de Joaquín Lorenzo Luaces tuvo mucho éxito. El Conde Alarcos, de José Jacinto Milanés, logró convertirla de un melodrama de atmósfera medieval en una intensa tragedia. Más tarde, se adentró en la contemporaneidad con Carlos Felipe y Brene, y por supuesto, Virgilio Piñera. Con la Ópera Nacional de Cuba estrenó La Esclava, de Mauri. Por esto Armando es profesor de actuación y dirección de teatro en este centro de estudios. Obtuvo la distinción de Maestro de Juventudes otorgada por la FEU y ostenta una Mención de la Brigada Hermanos Saíz a la ópera Donde crezca el amor, de Ángel Quintero.

Premio Nacional de Teatro

En justo reconocimiento a la brillante labor teatral y a la formación de varias generaciones de artistas, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas le otorgó el Premio Nacional de Teatro 2010 a Armando Suárez del Villar, figura ineludible de nuestras tablas y maestro vital de la escena.

ExDecano de la Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte (ISA), Suárez del Villar, quien también ostenta el Premio Nacional de la Enseñanza Artística 2008, se ha destacado en el rescate, la investigación y puesta en escena del teatro clásico cubano, así como en el desarrollo del género musical y lírico. Con la dirección de obras fundamentales como Baltasar, La hija de las flores, Santa Camila, Los Bufos, El becerro de oro, y El Conde Alarcos, entre otros, su nombre está vinculado al emblemático grupo Teatro Estudio, al Grupo Ateneo y al Conjunto Dramático de Cienfuegos, instituciones formadoras que marcaron pautas en el quehacer teatral de la Isla. El Jurado del Premio Nacional 2010 estuvo presidido por José Milián y valoró otras ocho nominaciones, provenientes de 32 instituciones. Además de Milián, Alina Rodríguez, Carlos Repilado, Xiomara Palacios, Iván Camejo, Bárbara Rivero y Patricio Wood decidieron que Suárez del Villar fuera el elegido entre los hermanos Nelson Dorr y Nicolás Dorr, Freddy Artíles, Adria Santana, Fátima Patterson, Ramiro Herrero Beatón, Roberto Fernández y Francisco «Pancho» García. Según el jurado, el responsable de recordadas puestas en escena como Baltasar, La hija de las flores, Santa Camila, El becerro de oro y la ópera trova Donde crezca el amor, por solo mencionar algunas, es «nuestro más aristocrático teatrista», avalado, además, por una larga y brillante trayectoria, en la que destaca su labor como investigador. Se enfatizó, asimismo, su preocupación por el desarrollo del género musical, por la protección y apoyo al humor y a su Centro Promotor, además de su quehacer como formador de varias generaciones de artistas escénicos desde su labor, por años, en el Instituto Superior de Arte.

Premios recibidos
    •    1995. Medalla "Alejo Carpentier"
    •    2008. Premio Nacional de Enseñanza Artística
    •    2010. Premio Nacional de Teatro

Saturday, September 15, 2012

Abelardo Estorino cumple su obsesión de montar obra inspirada en Pedro Páramo


Abelardo Estorino cumple su obsesión de montar obra inspirada en Pedro Páramo

 Ecos y murmullos de Comala, del dramaturgo cubano, culminó temporada en La Habana
Abelardo Estorino cumple su obsesión de montar obra inspirada en Pedro Páramo.

En la novela de Juan Rulfo la atmósfera es realmente apasionante, manifiesta a La Jornada
El misterio está en los saltos en el tiempo y en el espacio, dice el reconocido autor de 87 años
Gerardo Arreola
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de septiembre de 2012, p. 4.

La Habana, 11 de septiembre. Abelardo Estorino, el más importante autor teatral vivo de Cuba, estaba obsesionado con llevar Pedro Páramo a un escenario.

Al final lo logró. Acaba de concluir una temporada de cinco semanas de su más reciente obra, Ecos y murmullos de Comala, basada en la obra de Juan Rulfo, con la compañía Hubert de Blanck.
Ligero de movimientos a sus 87 años, Estorino tiene que subir todos los días una escalera larga y empinada para llegar a su casa, lo cual asume como su cuota de ejercicio. Pero dice a La Jornada que terminó agotado después de dirigir él mismo la puesta en escena, con 16 actores.

En Pedro Páramo la atmósfera es realmente apasionante, explica el autor. “Es lo más alejado del teatro que se pueda ver, pero yo traté por todos los medios de que fuera fácil de llegar al espectador. En el libro a veces uno no sabe exactamente quién está narrando, pero después se da cuenta. Uno puede en el libro volver atrás y decir: ‘Ah, bueno, es fulano de tal’. Pero eso el espectador no puede hacerlo.
Yo podía haberlo hecho lineal, pero entonces no era Rulfo. No habría ese dislocamiento, que es donde está el misterio de la obra, el saber qué es lo que pasa, adónde va a llegar, los saltos en el tiempo y en el espacio.

Mientras transcurre la escena de Ecos y murmullos…en primer plano, atrás queda un coro en la sombra. El diseño de luces y un vestuario sutil –trabajo de Carlos Repilado– forman parte de la construcción de una atmósfera mágica. La coreografía es de Iván Tenorio y la música de Ulises Hernández.
El dramaturgo considera que el coro es esencial. Me parece que son muy rulfianos los rumores. Él habla mucho de rumores y de ecos. Me parecía que era importante y además me ayudaba a narrar.
Yo creo que Rulfo y todo el mundo que lo estudia dice que esa es una obra sobre el pueblo. Es decir que no es una obra basada en un personaje principal, sino que las voces del pueblo son importantes y me parece que eso se logra con los ecos, con los conjuntos.

Estorino recuerda que su pieza La dolorosa historia del amor secreto de don José Jacinto Milanés (1973), sobre ese poeta cubano del siglo XIX, tiene un puente de conexión con Rulfo.
“Lo que hay de común en las obras es que la historia está contada después de la muerte del personaje. Milanés viene traído a escena por un mendigo que lo azota para hacerlo hablar y a partir de ahí empieza a contar la historia de su vida.

“Esto es diferente, porque (en Pedro Páramo) Juan Preciado llega vivo a ese pueblo, aunque hay personas que dicen que no, que Juan Preciado también estaba muerto. Pero yo creo que estaba vivo y se va asombrando al ir encontrando que todo el mundo está muerto”.

Juan R. Amán había hecho una versión anterior de Pedro Páramo en Cuba, con la Compañía de Teatro Irrumpe, en 1994.

Estorino, premio nacional de teatro y de literatura, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y ex becario Guggenheim, aún trabaja en su texto. Lo revisa y retoca para publicarlo. Ha cambiado escenas, corrige detalles que le brincaron en el escenario. Quiero arreglar todo eso, para dejarlo lo más definitivo posible.

Entre numerosos volúmenes sobre Rulfo y la novela, tiene a la mano un par de ejemplares de Pedro Páramo, uno de ellos ya partido en dos, ennegrecido por las notas al margen. Es la primera edición cubana (1968), con el sello de Casa de las Américas.

Torrencial el día del estreno

Estorino nunca conoció a Rulfo. El autor de El llano en llamas vino a Cuba en 1975, en la comitiva del presidente Luis Echeverría, pero no se le recuerda en actividades fuera de las oficiales. La Casa de las Américas, la editorial Planeta y la Secretaría de Cultura del estado de Michoacán –entre otras instituciones de esa entidad– publicaron en 2006 una coedición de la novela y el libro de cuentos del mexicano.

Con una obra difícil de traducir a las tablas, el autor confiesa que pensó alguna vez que quizá su trabajo no se conectaría con el público. Después de esta temporada cree que llegó al espectador interesado e inteligente.

Estorino sonríe al recordar que su obra salió a escena en medio de una atmósfera sombría. El estreno coincidió con un aguacero torrencial que estremeció a la ciudad y a los pocos días pasó la tormenta tropical Isaac. Fueron noches de calles desiertas, en las que apenas los perros callejeros doblaban en las esquinas.

De la madurez a la excelencia (I)


 En su faceta como pintor, Umberto Peña es un maestro venerado por toda una legión de artistas, muchos de los cuales lo tienen como un referente de excelencia.

Carlos Espinosa Domínguez, Misisipi | 14/09/2012 9:27 am
CubaEncuentro

I
El de 2012 ha sido un año significativo para Umberto Peña (La Habana, 1937). Tras más de tres décadas sin exponer individualmente, en el mes de enero inauguró en el Centro Sociocultural Caja España-Duero, de Salamanca, la exposición Pinturas y Dibujos. Parte de esas obras se exhibieron luego en el Club Diario de Ibiza, donde se pudieron ver hasta comienzos del mes pasado. Esa recuperación de su actividad como pintor se enmarca además en su arribo, en el mes de diciembre, a los 75 años. La ocasión es, pues, idónea, para repasar la trayectoria de quien es un maestro venerado por toda una legión de artistas, muchos de los cuales lo tienen como un referente de excelencia.

En una entrevista que le hizo el escritor Abilio Estévez, Peña expresó sobre los orígenes de su vocación por la pintura: “Fui un niño como cualquiera. En la escuela manifesté una habilidad especial para ilustrar los cuadernos. Nada más. No soy capaz de recordar cuándo comenzó mi interés por la pintura. ¿Se puede determinar el momento en que aparece la vocación de un artista? La respuesta no está a mi alcance”. Y respecto a su etapa formativa, le comentó a Almayda Catá: “Hay pintores autodidactas y hay otros que van a escuelas, liceos o academias. Yo fui uno de los que ingresan en la academia para aprender el oficio. Después de cuatro años me di por vencido. Fui un alumno excelente con muy buenas motas y premios, pero todo eso no me servía para nada, sencillamente no sabía pintar. La academia es buena en ese sentido, se aprende lo que no debe hacerse. Al triunfo de la Revolución me gané una beca para estudiar en el extranjero. Me fui a México e ingresé en el Instituto Politécnico para conocer el manejo de nuevas técnicas como el silicato, la vinelita, la piroxilina, etc. Pero también México me llegó a asfixiar un poco. No estaba nada más que repitiendo los esquemas de la academia, me hacía falta confrontar y descubrir (…) De México viajé a París y España. Descubrí a primitivos y flamencos, que han sido los pintores que más han influido en mi formación artística”.

En efecto, de 1954 a 1958 cursó estudios en la Academia de San Alejandro, aunque no los llegó a concluir. Antonia Eiriz, Ángel Acosta León y Miguel Collazo fueron algunos de los estudiantes de quienes fue compañero. En 1959 se incorporó a la Asociación de Grabadores de Cuba. Al año siguiente obtuvo una beca que le permitió permanecer ocho meses en México. Allí estudió en el Departamento de Ensayos de materiales plásticos para pintura mural, en el Instituto Superior Politécnico. Asimismo tomó un curso de mosaico bizantino en la Escuela de Artes Aplicadas La Ciudadela. Pudo ver además las obras de los muralistas mexicanos, aunque él no considera que lo hayan influido. Al respecto, confesó a Estévez: “Tal vez la presencia de México se manifestó en cierto gigantismo que tuvo a partir de entonces mi pintura. Me provocó la necesidad de pintar en grandes espacios”.

A los pocos días de regresar de México, Peña viajó a Vigo y de ahí continuó a París. Como él ha recordado, es entonces cuando inició la etapa más importante de su formación. “Allí no estudié, al menos en el sentido escolástico de la palabra. Pasé tres meses visitando museos, descubriendo la gran pintura europea. Al Louvre iba diariamente. Recorrí todos los museos parisinos, desde el Museo del Hombre hasta el de las Artes Orientales. Ese fue el viaje que me hizo ver que el arte tenía una importancia real para mí. Aún no sabía lo que quería; aún estaba desorientado y mis dibujos de la época son inevitablemente picassianos. Pero ya estaba verdaderamente en el camino”. De esos años datan las primeras obras que expuso en Cuba, en el Salón Nacional de 1959 y, en México, en el Centro de Arte Contemporáneo. De esta etapa son, por ejemplo, Fragmento no. 9, que fue reproducida en el libro Pintores cubanos (Ediciones R, La Habana, 1962), y Las dictaduras de América Latina, una xilografía mural formada por diez tacos.

II
En 1961 comenzó a laborar como diseñador en el Departamento de Propaganda del Consejo Nacional de Cultura, al mismo tiempo que realizaba trabajos para la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO. Dos años después, participó en una muestra colectiva de caretas organizada por el ICAIC y la UNEAC. Su obra, una máscara hecha con envases comerciales y aspirinas para los dientes, aparecía al lado de obras de Félix Beltrán, Sandú Darié, Roberto Guerrero, Carruana, René Portocarrero y Mariano Rodríguez.

En julio de 1964 realizó en la Asociación de Grabadores de Cuba su primera exposición personal, bajo el título de 12 Litografías. En septiembre esa muestra es llevada a Praga, donde se exhibió en la Casa de la Cultura Cubana. En los años siguientes, obras suyas formaron parte de exposiciones colectivas que se presentaron en Hungría, Bulgaria, Rumanía, la Unión Soviética, Polonia, Inglaterra, Canadá, Italia, Japón y Suecia.

Ese mismo año recibió su primer reconocimiento importante. Un conjunto de grabados suyos fue galardonado con el Premio de Litografía en la Exposición de La Habana, organizada por la Casa de las Américas. Significó además su primer incidente con la censura y la moralina, pues no fueron bien aceptados los títulos de Cagando I, Cagando II, Cagando III, con que identificó aquellas obras. Se había iniciado como grabador en el Taller Experimental de La Habana, donde elaboró sus primeras piezas. De ellas, las más conocidas son la serie Bueyes, de pequeño formato y realizadas en blanco y negro.

Acerca de la misma, Peña le comentó a Estévez cómo descubrió las posibilidades plásticas de la carne: “Conseguí un permiso para visitar los mataderos. Me iba a ellos con una cámara fotográfica. El que más visitaba era el matadero de Lawton. Hacía reportajes fotográficos del proceso de matanza. Me interesaba el cuerpo que acababa de morir, el cuerpo sin vida”. Acerca de esas obras, conviene decir que se trata de una especie de matadero particular, en el que Peña recrea reses desolladas que cuelgan, y en el cual los trazos expresionistas se conjugan con formulaciones abstractas y elementos del action painting. Aquí vale hacer referencia a Francis Bacon, cuya influencia Peña ha reconocido. El pintor inglés también creó reses colgadas de ganchos de matadero, así como vísceras y masas de carne cruda. Eso ha hecho que el crítico español Francisco Calvo Serraller lo calificara como el pintor de la irredenta carnalidad.

Aquellas manchas imprecisas, que Graziella Pogolotti calificó de visiones alucinantes de sangre y creación, fueron adquiriendo luego otras formas e inevitablemente se transformaron en seres humanos. Acerca de ello, Nelson Herrera Ysla comentó que Peña “inaugura una serie de grabados en la que el cuerpo humano se abre ante nosotros para mostrar su interioridad en todos los sentidos. Del drama de la carne pasa a la radiografía irónica y salpicada de humor, de violencia incontrolada”. A propósito de esas obras, parte de las mismas integraron la exposición Litografías. Dibujos (sin título), que ocupó la Galería de La Habana a fines de 1965. Dos años después, la Galería Universitaria de Arte de la Universidad Central, en Caracas, acogió otra muestra similar, bajo el título de Litografías.
En 1967 Peña fue seleccionado entre los pintores menores de treinta y cinco años para representar a Cuba en la V Biennale de la Jeune Peinture, en Francia. Allí obtuvo uno de los seis premios que se otorgaron. Como parte de la beca correspondiente al galardón, al año siguiente se fue por seis meses a París. Durante su estancia, se dedicó a viajar, ver pintura y establecer contactos con galerías y artistas como Antonio Saura, Rómulo Macció y Pierre Alechensky.

Hasta entonces, su actividad artística se había centrado más en su trabajo como grabador. Eso, según él ha comentado, le dio la posibilidad de ensayar, buscar y enriquecerse, y le sirvió además para decantar su mundo creador. Ahora, en cambio, pasó a pintar más y a tener una relación directa con el color. Algo que, como le comentó a Almayda Catá, le resultaba exasperante en el grabado. Asimismo el contacto con la obra de artistas como Tom Wasselman y Peter Saul, así como con manifestaciones como el pop art lo estimularon y contribuyeron a una reformulación de su estética, que incorporó así nuevos elementos compositivos y complejizó el espacio.

III
En revistas como Unión (abril-junio 1967), Casa de las Américas (números 34, 35, 36-37 y 51-52) y Cuadernos deRuedo Ibérico (suplemento 1967) aparecieron en esos años litografías y dibujos que muestran esos nuevos caminos estéticos de su obra (muchos de esos elementos distintivos pasaron también a los lienzos). En ellos, la exploración más íntima del ser humano llevó a Peña a introducir nuevos elementos: servicios sanitarios, cepillos de dientes, dentaduras, cerebros, gargantas, salpicaduras biliosas, glandes, lenguas cercenadas, arterias, penes en erección. En los que fueron incluidos en Casa de las Américas, Peña emplea la técnica del collage y además inserta globitos con diálogos. Frases como “Te confieso, sin embargo, que aún tengo mis dudas sobre el asunto”, “Son guantes de trabajo”, “Faltan tres minutos. ¡Qué horrible es esta espera!”, “¡Y no te atrevas a colgar el teléfono!... ¿Me oíste?”, al pasar a un contexto distinto al que originalmente tuvieron, adquieren otro significado y producen otro efecto.

En la entrega correspondiente a mayo de 1969, La Gaceta de Cuba reprodujo doce ensamblajes suyos, hechos a partir de una serie de grabados que había sido premiada en Cracovia el año anterior. En una breve nota sin firma incluida en ese número, se expresa: “Umberto Peña vive obsesionado por la confrontación del mundo de las vísceras con el universo de los objetos. La carne desgarrada contacta con los bienes de consumo y se produce un choque violento. Todo estalla y las palabras que surgen de un hígado trucidado rebotan contra un cepillo. El hombre se enfrenta a sus creaciones y todo lo demás. Peña se limita a hacer objetiva (y subjetiva) una realidad: la de su época. El tiempo convulso, espléndido, definidor que lo rodea”.

Esa apertura del repertorio temático a zonas hasta entonces desconocidas en la plástica cubana, poseía además un evidente propósito cuestionador, que desafiaba las visiones acomodaticias y las concesiones al espectador. Así, los dientes son agresivamente grandes. Las tuberías de desagüe se transforman en intestinos. Los inodoros adoptan la forma del cuerpo humano o se convierten en dentaduras. El propio Peña hizo patente esto, al declarar, en la entrevista que le hizo Almayda Catá, su apuesta por un lenguaje que provoque repulsa, amor, irritación o ira en el espectador. Y agrega: “A este hay que meterlo en la obra y si no quiere, a la fuerza hay que obligarlo al autoexamen y a la toma de conciencia. Hay que revelarlo en su comodidad. Ya basta de dulces, caramelos y telones, no estamos para eso”.


Monday, September 3, 2012

Fallece la actriz cubana Magaly Agüero


SARAH MORENO Y ARTURO ARIAS-POLO
smoreno@elnuevoherald.com

La actriz cubana Magaly Agüero, que residía en Miami desde los años 1990, falleció en la madrugada de hoy en Cuba víctima del cáncer. Agüero (Camagüey, 1956) había ido a despedirse de su madre a quien no le habían dado visa para viajar a Estados Unidos.

Llamada cariñosamente por sus amigos “La Maga’”, Agüero, de 56 años, fue una apasionada de la actuación que participó en importantes puestas del teatro cubano en el exilio como La noche de los asesinos, de José Triana, Jesús, de Virgilio Piñera, con Teatro Avante, y Delirio Habanero, de Alberto Pedro, bajo la dirección de Alberto Sarraín.

En esta última dio vida a un extraordinario y enloquecido personaje que se creía Celia Cruz, en una muy recordada puesta que también contó con los actores Juan David Ferrer y Raúl Durán. La obra fue invitada a participar en el Festival de Teatro Iberoamericano de Cádiz.

“Fuimos muy buenos amigos. Hablé con ella hace tres semanas y estaba preparada para todo. Lo que me asombró fue su ecuanimidad para afrontar la enfermedad. Ella veía su inminente partida como un viaje a otro lugar”, dijo Durán.

“Tenía mucha energía y le ponía mucha pasión a los personajes. La gente se moría de la risa con ella”, expresó Mario Ernesto Sánchez, director de Teatro Avante y del Festival Internacional de Teatro de Miami. “Trabajamos juntos en La noche de los asesinos; ella era la Beba, Juanita Baró, Cuca, y yo, Lalo”, añadió Sánchez sobre una obra que también los llevó en gira por varias ciudades de España.

“La última vez que la vi ella estaba en una silla de ruedas, debajo de un árbol en su patio. Me dijo que estaba escribiendo un monólogo, y quería interpretarlo desde su silla de ruedas, en la que pensaba correr por todo el escenario y decir todo lo que quisiera”, contó Sánchez, explicando que en julio Agüero fue diagnosticada con cáncer en varios órganos y cuatro tumores en el cerebro.

“Cuando el médico le dijo la gravedad de su estado, decidió no someterse a quimioterapia. Era muy valiente”, dijo Sánchez, que recuerda su aporte a Avante y al Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, del que fue coordinadora en 1996.

Agüero permaneció con la compañía hasta finales de los 1990, y después se marchó a trabajar en Costa Rica, Islas Canarias y Ecuador. A su regreso a Miami se entregó a hacer monólogos en centros nocturnos, entre ellos el unipersonal La artista desconocida, escrito por el escritor cubano ya fallecido Tomás González Pérez, quien fue su pareja en Cuba en los años 1980.

“La vida de un artista es difícil, y en Miami mucho más, y como es muy difícil hacer solo teatro, ella fue masajista y también se dedicó a hacer limpiezas faciales”, contó Sánchez, indicando que muy temprano en la mañana recibió la llamada del hermano de la actriz, quien le dijo que ésta había fallecido en casa de su madre en La Habana del Este, donde había permanecido 15 días desde su llegada de Miami.

“Su padre vive en Guayaquil, su hermano Nandi en Miami y su mamá en Cuba”, dijo Sánchez, apuntando a la separación de la familia.

En Cuba, el actor Gerardo Riverón trabajó con Agüero en ¿Y quién va a tomar café?, una obra de José Milián que grabaron para Teatro ICRT, un espacio muy popular en la televisión de la isla, hace tres décadas. Luego se reencontraron en Avante.

“Recuerdo que coincidimos en los ensayos de Tres tazas de trigo, un proyecto de Rolando Moreno que finalmente abandonó. Pero luego hicimos Demasiado para una noche, con Mario Ernesto Sánchez, donde demostró su talento”.

Por su parte, la actriz y pedagoga Teresa María Rojas la recuerda a Agüero como una persona “eléctrica y vital”.

“Recuerdo cuando Magaly fue la asistente de dirección en Lola, una obra que hicimos en Avante hace muchos años. Después, seguí su trabajo siempre que pude. Era vital, eléctrica, sincera, actriz. Enseguida ganó mi corazón”, evocó Rojas.

“Magaly fue una actriz de temperamento, apasionada, entregada totalmente a la búsqueda del personaje” expresó Alberto Sarraín, quién también la dirigió en Requiem por Yarini.

“Era una persona muy especial, muy espiritual. Cuando recibió la noticia de que iba a morir, quería que fuera con alegría. Le decía a todos que estaba lista para partir”, dijo su hermano Arnaldo “Nandi” Agüero.

“No quería morir en Cuba, quería regresar porque estábamos muy unidos y no quería dejarme solo”, dijo su hermano.

El entierro será hoy a las 3 p.m. en el Cementerio de Colón, en La Habana. La sobreviven su mamá Luisa Benítez, su papá José Agüero, y sus hermanos Arnaldo y José.