TEATRO
DEL EXILIO EN LA HABANA
Por Pedro Monge Rafuls,
dramaturgo / director de OLLANTAY Center for the Arts
Escritores y editores cubanos buscan por estos días proceder con
distintos asuntos esenciales frente a la aparición de
un nuevo fenómeno social y político; entre ellos, está echarle una
mirada ---por lo general, primeriza--- a la literatura escrita fuera de Cuba,
de la diáspora llaman a lo que nosotros llamamos del exilio.
Estos artistas, editores, investigadores, escritores y
teatristas que nos buscan, aprovechando limitadas aperturas que —sin embargo,
no esperaban—, aportan nuevas perspectivas al cambio cultural y artístico que
necesita nuestra estropeada y retrograda nación, tanto en la Isla como en
nuestro exilio. Débil el cuento de las dos orillas: revolución vs. exilio,
el momento es interesante y adecuado para la recuperación de la nacionalidad
cultural y rescatar cuanto intelectual, escritor y artista muerto o vivo —joven
o maduro— sea necesario, haya comenzado su trabajo en la Isla antes de partir o
en el exilio, desde Jorge Mañach a Gustavo Pérez-Firmat; desde los novelistas
Lino Novás Calvo, Guillermo Cabrera Infante, Hilda Pereras, Reinaldo
Arenas a Antonio Orlando
Rodríguez, Severo Sarduy, Mayra Montero, José Raúl Bernardo, Miguel Correa;
desde los poetas Eugenio Florit, Heberto Padilla a José Kozer, Jesús Barquet,
Maya Islas; y desde los dramaturgos Marcelo Salinas, Julio Matas, José Triana,
Eduardo, Manet Matías Montes Huidobro (también trabajan otros géneros) a Manuel
Martín, José Corrales, Eduardo Machado, Iván Acosta, Eddy Díaz Souza.
En el 2011, gracias al investigador teatral Ernesto Fundora, entré en contacto con
la joven estudiosa Yohayna Hernández, profesora del Instituto Superior de Arte
(ISA). Pronto nos vimos hablando de un evento —hasta entonces posible solo en
sueños— de presentar la lectura de siete obras del exilio en La Habana, a cargo
de Casa Editorial Tablas-Alarcos, donde ella trabaja, y OLLANTAY Center for the
Arts, institución que yo dirijo en Nueva York. En febrero 2012, en La Habana,
se leyeron: Vida y mentira de Lila Ruiz
de José Corrales; La belleza del padre
de Nilo Cruz; Se ruega puntualidad de
Pedro Monge Rafuls; La fiesta de José
Triana (la última obra del gran dramaturgo, que ahora se leía en Cuba, mientras
que ha sido —continúa siendo— desconocida y tenida a menos en el exilio); El súper de Iván Acosta, dedicada a los
nueve millones de presos en Cuba y que, como Sanguivin en Union City de Manuel Martin, marca un momento en la
dramaturgia y la literatura cubana del exilio y una obra que por su tema, nadie
nunca pudo pensar que se pudiera conocer de alguna forma en Cuba: Exilio de Matías Montes Huidobro. El
evento no tenía precedente. Hasta ese momento, particularmente en el teatro,
todo había sido de allá para acá.
Las lecturas fueron interpretadas
por jóvenes y, según me cuentan, las salas se llenaron de ellos. Sus
comentarios enfatizaban la necesidad de que tales obras subieran a escena y
muchas otras propuestas que los exiliados deseaban oír por años.
En el 2012, un grupo de amigos y
colaboradores de Manuel Martín (Virginia Arrea, Felipe Gorostiza, Adolfo
Vázquez, Gloria Zelaya y el que esto escribe), nos dimos a la tarea de celebrar
el treinta aniversario del montaje de Union
City Thanksgiving en Nueva York. El exilio cubano no es dado a reconocer a
sus figuras —aunque sí muy proclive a destruirlas— y OLLANTAY y los amigos de
Martín no queríamos dejar escapar la oportunidad de celebrar al gran artista.
OLLANTAY hizo un llamado público a todos los teatristas a unirse a la
celebración. Omar Valiño, director de Casa Editorial Tablas-Alarcos, se ofreció
a colaborar a presentar la celebración en La Habana, un sueño largamente
acariciado por Manuel Martín que deseaba que sus obras se conocieran en La
Habana y que su madre las pudiera ver (Hispanic Immigrants Writers And The
Family, OLLANTAY Press, 1989, 91).
El 15 de febrero de 2013 comenzó a cumplirse el sueño de Manuel Martín y
de todos los artistas que desean que se les coloque en el espacio al que tienen
derecho, sin censuras. Este pasado viernes 15 de febrero, se inauguró la
galería del Complejo Cultural Raquel Revuelta, con una exposición de fotos que resumían
casi la totalidad de su teatro, facilitadas por OLLANTAY Center for the Arts,
fundamentalmente, y por el Cuban Theater Digital Archive de la Universidad de
Miami. La galería estaba repleta de jóvenes y no tan jóvenes, interesados en
conocer el teatro de Manuel Martín. Omar Valiño tomó la palabra para
presentar la exposición y al dramaturgo. Pedro Monge Rafuls, que habló de la
importancia de este autor/director en el teatro neoyorquino y presentó a Felipe
Gorostiza, un actor que trabajó continuamente en el teatro de Martín, y que ahora regresaba a
La Habana, que abandonó cuando tenía once años, para dirigir las lecturas de
las obras de Manuel. Gloria Zelaya, de origen nicaragüense, una colaboradora
cercana a Martín, y figura del teatro latino neoyorquino, también ofreció su
testimonio sobre el autor.
El 18 de febrero de 2013 OLLANTAY Center for the Arts y Casa Editorial
Tablas-Alarcos dieron inicio a las conferencias sobre la obra del
autor/director homenajeado. Claudia B. Benitez Gómez, joven investigadora de la
familia teatral cubana, graduada en la Universidad de La Habana, presentó su trabajo “Un
Sanguivin a la cubana”; la profesora Lillian Manzor, de la Universidad de
Miami, intervino con su ponencia “Manuel Martín y el teatro de off-off
Broadway” y la profesora Carolina Caballero, de Tulane University, expuso su trabajo “Vidas cubanas en el
teatro americano”. Por su lado, Felipe Gorostiza, quien dirigió varias escenas
de diferentes obras de Martín, profundizó sobre características de las mismas,
mientras Gloria
Zelaya se enfocó en La leyenda del grano
de oro de café. Para quien escribe estas líneas, el momento cumbre fue
cuando un asistente, un señor mayor, dio las gracias por la oportunidad de
conocer la obra de Manuel Martín, agradeció que lo regresáramos a casa y
deseó que se pudieran conocer otros autores del exilio. El público asistente
rompió a aplaudir. Los tres días de evento terminaron con la lectura de Sanguivin en Union City, dirigida por
Felipe Gorostiza con la actuación de Blanca Camacho, figura conocida en el
teatro de Nueva York, que viajó a La Habana para la celebración y compartió la
escena con
jóvenes actores cubanos.
Pero las actividades del teatro del exilio no quedaron en la celebración
a Manuel Martín; la Casa Editorial Tablas-Alarcos presentó el viernes 15 de
febrero, su tercer y último volumen de la antología, con selección de Omar
Valiño y edición al cuidado de Ernesto Fundora, que recogió treinta obras de
dramaturgos cubanos en los últimos cincuenta años y también, un hecho insólito,
se incluyó en esta antología a nueve autores del exilio: José Triana, Matías
Montes Huidobro, Iván Acosta, Manuel Martín, René Alomá, Pedro Monge Rafuls,
Eduardo Machado, Nilo Cruz y María Irene Fornés.
Otro evento que destacó el teatro del exilio fue ofrecido por el dramaturgo y director
David Camps, quien dirigió Las vidas del
gato de Pedro Monge Rafuls, en la Sala Llauradó, con la actuación de
Teresita Rúa, Tania Pérez James, Juan Julio Alfonso y el locutor Luis Alarcón
Santana. A la lectura asistieron varias figuras del teatro y el cine cubano. En
conversaciones surgidas al calor de la lectura, se celebró el hecho de que se presentara la obra de
un autor cubano del exilio y se replanteó la necesidad de dar a conocer esta
dramaturgia en el país.
Los participantes de estas actividades, los del exilio y los
de la Isla, estamos seguros de que fuimos parte de algo importante, especial e
histórico, y estamos agradecidos de la acogida de los teatristas y del público
habanero en general, por habernos acompañados en la presentación de un material
teatral nuevo en Cuba.
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