Imagine Clouds Edition
Monday, July 30, 2012
Saturday, July 28, 2012
Cuba: viaje al TEATRO en la Revolución
La investigadora y crítica teatral Rosa Ileana Boudet realiza en Cuba: viaje al teatro en la Revolución (Ediciones la flecha 2012) un interesante recorrido por el interior del teatro en la isla. Su libro enmarca un largo período, comprendido entre 1960-1989, centrándose, como el título lo indica, en el desarrollo del teatro en la isla.
Sin duda alguna los análisis y evaluaciones que ofrece Boudet no sólo parten de investigaciones, lecturas de obras, referencias o críticas, sino de vivencias, algo que definitivamente enriquece su libro. Ese estar allí, en primera fila y siendo parte de la evolución del teatro en la isla, pesa mucho en este volumen, que destaca por la rica documentación y por la manera de presentar en cada capítulo, las obras que evalúa, ofreciendo una panorámica de las piezas, y poniéndolas en el contexto cultural e histórico en que se escribieron y estrenaron.
El libro invita a un análisis que desafortunadamente escapa a los márgenes de este trabajo periodístico y también a la reflexión a partir de su valioso contenido. La lectura revela cómo mucha gente de teatro puso su talento al servicio del régimen y acondicionó su trabajo para que reflejara la llamada nueva realidad castrista. En toda la historia de la literatura cubana durante la República, no se puede hablar del arte intencionalmente manejado para apoyar a un presidente, partido o proyecto político de manera masiva, como sucedió en esta etapa estudiada. Mientras el teatro se hacía más comprometido con el castrismo, se estaba fusilando indiscriminadamente. Mientras se enarbolaban obras que exaltaban el presente inmediato y miraban el pasado republicano con antipatía, miles partían al exilio. Mientras se llevaba el teatro popular a las montañas del centro de la isla, se continuaba reconcentrando (al estilo Weyler) a miles de sus lugareños. En esto meditaba leyendo Cuba: viaje al teatro en la Revolución: en el silencio cómplice durante esa primera etapa, por parte de las mentes pensantes, de los artistas. Muchos al final tomaron el camino del destierro, otros murieron silenciados en la isla, y unos pocos después de ser marginados y humillados, se han convertido en la imagen visible del sistema.
El libro comienza poniendo en contexto Aire frío de Virgilio Piñera, quizás la obra que mejor retrata al cubano y lo cubano, y cierra con La cuarta pared de Carlos Varela, pieza en su tiempo de vanguardia, que quizás por carecer de texto, parece resumir lo que llegó a ser el teatro: complicidad, miedo, insinuaciones, sofismas y exilio. Del teatro articulado da la mímica. Valga señalar el simbolismo que encierra este principio y fin: Piñera fue condenado al ostracismo hasta su muerte, y Varela salió de la isla.
Rosa Ileana Boudet pone en contexto una serie de obras de temática social y acorde al llamado de la época, que se escribieron y estrenaron, entre ellas piezas de Matías Montes Huidobro, Manuel Reguera Saumell, Raúl de Cárdenas (todos hoy en el exilio) y Abelardo Estorino (en la isla), algunas con marcado éxito, como Santa Camila de La Habana Vieja de José R. Brene. Otras que han caído en el olvido, también son recogidas en este volumen que prácticamente muestra la totalidad de la dramaturgia cubana en esos años.
Cuba: viaje al teatro en la Revolución es un libro importante, curioso y serio, que expone la contribución, del esa etapa (1961-1989) del teatro a la cultura cubana.
Tuesday, July 24, 2012
TEATRO CUBANO EN CÁDIZ.
La Dra. Concepción Reverte Bernal, organizadora del XXXIX Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, con los profesores Raquel Chan-Rodríguez, Yara González Montes y Matías Montes Huidobro.
TEATRO CUBANO EN CÁDIZ
por Matías Montes Huidobro
Presidente del Instituto Cultural René Ariza
En mi empeño en divulgar la obra de Virgilio Piñera, en el que estoy enfrascado desde los años setenta, fecha en que publico Persona: vida y máscara del teatro cubano, cuando a Piñera todavía era (y es para algunos, incluyendo el exilio) figura sospechosa vinculada al castrismo; presenté este verano en el XXXIX Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, en la Universidad de Cádiz (celebrado del 3 al 5 de julio), organizado por la profesora Concepción Reverte Bernal, Catedrática de Literatura Hispanoamericana de dicha institución, una comunicación titulada “Virgilio Piñera cien años después: la vida es sueño”, a partir de una carta de Piñera que llegó a mis manos por gentileza del librero y editor Pedro Yanes, que pone en evidencia las penurias que tuvo que pasar el escritor cubano de la República a la Revolución, y que espero publicar ulteriormente. Esta investigación complementa los trabajos que he venido desarrollando con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento, cuya celebración inició el Instituto Cultural René Ariza, del 12 al 15 de enero de este año con el congreso internacional “Celebrando a Virgilio”, y que colocó al ICRA a la vanguardia de otras celebraciones que han venido después, anticipándose la publicación de las memorias del mismo antes que termine el año en curso.
Aunque Piñera no ha tenido todavía el reconocimiento internacional que merece porque la situación histórica, geográfica y cultural cubana no es la misma que les tocó en suerte a Ionesco, Genet y posteriormente a Harold Pinter; en el monumental congreso celebrado en Cádiz, auspiciado por una de las más importantes asociaciones académicas dedicadas a los estudios iberoamericanos, además de mi ponencia, Piñera estuvo muy bien representado gracias a un par de comunicaciones dedicadas al estudio de su obra. Una de ellas, de carácter comparativo, “Genealogía de la sátira en la novela latinoamericana: de Piñera a Bellatin”, por el profesor James J. López de la Universidad de Tampa, enfocó la atención en las divergencia y similitudes de la parodia y la sátira, con referencia a una de sus novelas menos estudiadas, Presiones y diamantes, sobre la cual yo presenté un trabajo hace años, precisamente, en el contexto de este congreso, en 1979, (publicado en las Memorias del XIX Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1980), siendo el primer critico que abordó el análisis de esta novela, destacando el significado subversivo del término Rouge Melé utilizado por el autor. La segunda comunicación virgiliana estuvo a cargo de Vicente Cervera Salinas, de la Universidad de Murcia, bajo el título de “Un decálogo del teatro del absurdo para Dos viejos pánicos”, en la cual exploró minuciosamente los principios absurdistas de Piñera en esta obra que tan importante papel jugó en su trayectoria dramática y que lo colocó, como la novela, en el vórtice huracanado de la revolución castrista.
El teatro cubano estuvo también sujeto a análisis por Yara González Montes, Profesora Emérita de la Universidad de Hawai, que volvió sobre su interpretación y divulgación de la obra de Pedro Monge Rafuls en “Poética de la muerte y la expoliación en Nadie se va del todo”, mientras que Limary Ruiz Aponte, de la Universidad de Pittsburgh, hizo referencia a la dinámica de cambio a la cual puede someterse un texto dramático, en “Cuba derramada: los personajes femeninos en Mar nuestro de Alberto Pedro Torriente y la adaptación de Dolores Pedro Torriente”.
Compartí además una plenaria dedicada al teatro, presidida por el dramaturgo mexicano Felpe Galván, de larga trayectoria en el teatro mexicano, autor entre otras de una inquietante pieza dramática, Héroes Convocados, basada en una novela de Paco Ignacio Tabio II, donde se recrean los trágicos hechos ocurridos en México en el año 1968; y con la participación del también del mexicano Felipe Reyes Palacios, de la Universidad Autónoma de México, director de la prestigiosa revista teatral Tramoya. Los tres hicimos referencia a nuestras respectivas trayectorias en la dramaturgia mexicana y cubana respectivamente, dentro de las circunstancias históricas y teatrales en que las mismas se han desarrollado.
Matías Montes Huidobro con el dramaturgo mexicano Felpe Galván
Sirvan estas líneas finalmente, para agradecerle a la profesora Concepción Reverte Bernal, la oportunidad que nos ofreció, a Yara y a mí, de divulgar el teatro cubano en el marco del Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana que el próximo año cumple cuatro décadas de existencia.