¿Cómo calificar a un escritor como Juan Abreu? Me lo he estado preguntando desde que decidí entrevistarlo. A simple vista no es fácil. Juan es más bien reservado, de carácter fuerte, que se precia de no tener pelos en la lengua. Por eso escribe lo que piensa y siente.
Empecemos por el principio: Juan Abreu, novelista, cuentista, y pintor cubano, llegado a las costas de la Florida por el Mariel, no es de los que esperan por el destino, sino que lo violentan, lo tuercen o destuercen. Un día se fue de Miami para triunfar en Barcelona como escritor, y allá está y estará, pues aunque regresa a ratos a la Florida, planea vivir el resto de su vida entre catalanes. Ha encontrado un espacio y está casi feliz: parará de escribir para pintar, cuando lo decida. Y viceversa. Es bueno, excelente, en ambos campos, pero no los mezcla, los alterna.
Su imaginación es como un caleidoscopio, brilla y se transforma con la mirada; emprende nuevos rumbos con cada libro, y se deshace como un rompecabezas cuando explora con su prosa al ser humano. Pero por suerte, vuelve a unir sus partes y tenemos de nuevo ante nosotros a esa voz que se llama Juan Abreu, con más de once libros publicados y traducido a varias lenguas ya; con una lista impresionante que va desde
A la sombra del mar (Jornadas cubanas con Reinaldo Arenas)
Debajo de la mesa (2007). Con sus hermanos José y Nicolás publicó
Habanera fue, (Muchnik, 1998).
Garbageland (Mondadori, 2001) lo sitúa a la cabeza de los escritores latinoamericanos de ficción futurista, como la llama el propio autor, donde el humor negro y la ficción se entrelazan de modo único. Si a eso sumamos que ha escrito para niños, y una antología de cuentos cubanos (
Cuentos desde Miami, Poliedro 2004), podemos atestiguar sin miedo a equivocarnos que Juan Abreu es uno de los escritores cubanos más prolíficos y exitosos de los últimos tiempos.
Acaba de regresar de la India, a donde fue de ''vacaciones'', y ya podemos leer en su blog (
www.emanaciones.com) la resaca estupenda que fluye de esa inspiración. ¡Qué modo de escribir, de enlazar ideas, visiones, paisajes y sueños!, nada parece detener su necesidad de expresarse. Un concierto de voces nacidas, no de la imaginación, sino del claustro sagrado que lo alimenta, de ese espíritu morboso, lúdico, sarcástico, febril, que va llenando con humor negro y poderoso su escritura. Oigamos lo que tiene que decir:
Juan Abreu tiene ya un nombre en las letras hispanas. Su obra se ha publicado extensamente en España, lo cual le garantiza un mercado internacional. ¿Ha sido fácil para un escritor cubano exiliado?
No. Muy difícil. Supongo que he tenido algo de suerte. Los escritores cubanos del exilio son discriminados por el mundo editorial español que está, mayoritariamente, controlado por una izquierda boba y procastrista. Aunque hay que reconocer que la situación ha cambiado bastante en los últimos años. Si estás dentro de Cuba tienes muchas más oportunidades de publicar en España que si estás fuera y mantienes una actitud decente ante el castrismo.
Sus hermanos José y Nicolás, son también autores publicados, con obra destacada. ¿Cómo es eso de nacer en el seno de una familia con tanto talento literario y artístico, porque usted además es pintor, y de los buenos? ¿Los alimentaban con algo especial? ¿Quién es el mayor de los tres?
Nos alimentaban bastante bien, hasta que llegaron los Castro y nos liberaron hasta de la comida. Nací en La Habana el 6 de abril de 1952, así que viví, afortunadamente, algunos años en la Cuba anterior al horror. Nuestro caso es bastante raro. Mis padres tenían muy poca educación. Yo creo que todo se lo debemos a José, el mayor de los hermanos y el mejor escritor de los tres, que nos mostró el camino de los libros. Por otro lado me alegro de que ni mi padre ni mi madre fueran escritores. Los hijos de escritores suelen ser malos escritores. En la literatura cubana hay algún caso destacado, sin ir más lejos.
¿Cómo ha sido su formación? ¿Qué estudió en Cuba? ¿Estudió pintura en alguna academia o en la Escuela Nacional de Arte de Cubanacàn?
Mi formación es escasa. Lo poco que sé lo aprendí leyendo. No tengo ninguna formación universitaria y, francamente, no creo que sea necesaria para escribir. De hecho, creo que funciona al revés: a más títulos, peor escritura. Estudié en San Alejandro, unos años antes de escapar por Mariel. No terminé. Ahí aprendí algo sobre cómo pintar. Estuvo bien. Pero llevo años tratando de desprenderme de esos conocimientos. Son contraproducentes si deseas crear una obra original. Ya lo decía Arenas: ``La sabiduría consiste en ir desprendiéndose del conocimiento''.
Forma usted parte también de una generación muy especial, la ''generación del Mariel'', pues llegó a Estados Unidos en 1980, en la estampida del Mariel. ¿Cómo pudo escapar de Cuba en aquellos momentos?
Siempre ha estado muy orgulloso de ser marielito. Escapé gracias a que había estado preso en una granja de castigo. Eso me convertía en una escoria deportable. Mi hermano Nicolás, que entró en la Embajada del Perú, salió primero, yo lo seguí. Ya en el exilio nos pusimos a trabajar duro para sacar al resto de la familia. Nunca hemos regresado ni regresaremos a Cuba mientras exista la dictadura. Teníamos una tía en Miami que nos ayudó lo poco que pudo. Viví en Miami y en California, trabajando en lo que se presentaba. Fueron años duros pero nutritivos.
En Cuba, usted fue parte del entorno de Reinaldo Arenas. Eran grandes amigos y vivieron juntos los años de censura y 'underground'. ¿Cómo conoció a Reinaldo?
Lo conocí gracias a mi hermano José, que era su amigo. Reinaldo fue, y sigue siendo, una gran influencia en mi vida. No sólo porque era un gran artista sino también un hombre excepcional. Un hombre valiente con un compromiso admirable con el arte y con la libertad. Además, y no menos importante, un personaje extremadamente divertido.
Juan Abreu fue miembro de la dirección de la Revista
Mariel, fundada por Reinaldo Arenas, ¿cómo recuerda esa etapa de su vida? ¿Por qué se dejó de publicar
Mariel?
Recuerdo esa etapa con gran cariño. Pagábamos la revista con el poco dinero que teníamos. Un grupo de los fundadores quiso llevarla a Nueva York. Algunos, como yo, estábamos en desacuerdo. Pero seguimos colaborando y trabajando en la revista, hasta que el proyecto se hizo insostenible. Y decidimos darlo por terminado. Después vino una segundo etapa, en la que jugó un papel fundamental Marcia Morgado. Sin ella no hubieran sido posibles ninguna de las dos etapas de
Mariel. Es algo que se menciona poco cuando se habla del tema.
¿Cómo compagina su vida de escritor con la de pintor? ¿Pinta y escribe todos los días? ¿A qué se dedica en Barcelona, además de escribir y pintar?
Estuve casi diez años sin pintar. Pero desde hace unos meses trato de hacer las dos cosas nuevamente. Lydia Cabrera me decía que no puede servirse a dos dioses. Yo creo que tenía razón. Quiero terminar un par de novelas en las que trabajo y después dedicarme exclusivamente a pintar. Además de pintar y escribir me dedico a vivir lo más libremente posible. Lo que importa verdaderamente en la vida es la cantidad de libertad que somos capaces de soportar.
¿Cuántos libros ha publicado en total y cuáles son sus preferidos? A mí, en particular, me ha gustado mucho
Accidente, donde se palpa al cubano exiliado y su problemática. . ¿Es usted siempre alguno de los personajes de sus novelas?
Siempre soy todos. Un buen escritor sólo escribe sobre sí mismo. Parodiando al buen Nietzsche, ''toda creación se reduce a la confesión del cuerpo, a la autobiografía de un ser que sufre''. Es difícil elegir entre los propios libros, pero creo que mi trilogía futurista es posiblemente lo mejor que he escrito. También me gustan mucho
Gimnasio, y
Cinco cervezas.
¿Por qué y cuándo se marchó a Barcelona? ¿Piensa vivir ahí toda su vida? ¿Visita Miami con frecuencia?
Llega un momento en la vida en que si no cambias, desapareces. La marcha a Barcelona significó un cambio muy importante. Miami puede llegar a ser una especie de agujero negro. Si los delirios nacionalistas en España lo permiten, me quedaré a vivir en Barcelona. Viajo a Miami con cierta frecuencia, allí están mi familia y mis muertos.
¿Alguna exposición próxima, algún nuevo libro a publicarse?
Exposición, ninguna, necesitaré al menos otro año de trabajo para tener algo que me guste para exhibir. Aunque tampoco me interesa mucho. Ahora veo la pintura como una especie de actividad sexual, es decir algo que se hace por amor y placer pero que sólo de vez en cuanto exige cierto exhibicionismo. En cuanto a literatura, espero que este año se publique Debajo de la mesa, un libro de memorias que acabo de escribir. Un homenaje a mis padres, a los libros y un ajuste de cuentas, claro está.
¿Cómo definiría su obra en prosa? Su estilo está marcado por el escepticismo y la negatividad. ¿Se considera parte de ese movimiento de literatura ''sucia'' que le ha dado nombre a varios escritores cubanos que viven en la Isla?
No tengo nada que ver con esa literatura sucia ni con sus, políticamente hablando, sucios representantes. Hablo de las cosas tal y como las siento, trato de ser lo más honesto posible. Hay cosas hermosas en los seres humanos, pero en general el panorama es bastante pavoroso. Sin embargo, si tuviera que definir mi prosa, la definiría como una prosa humorística. Bueno, no sé si máscara, pero hay mucho de pose, por supuesto. En el fondo soy un tipo muy cariñoso.
Conozco de su abominación por algunos temas, entre ellos el de la dictadura castrista, pero ¿por qué no le gustan las palmas?
Excepto mi desprecio por la dictadura y sus secuaces, lo demás hay que tomarlo con sentido del humor. Los cubanos tenemos fama de divertidos, pero esa es una gran falsedad: somos mortalmente graves y serios. Así que me esfuerzo por ser un cubano atípico.
En cuanto a mis furias es posible que oculten un poema de amor.•