Thursday, January 19, 2012

Presentación de la novela Muñequita linda, de Jorge Carrigan.


Presentación de la novela Muñequita linda, de Jorge Carrigan

Elvira de las Casas.


Debería bastar con decirles que devoré esta novela en menos de un día, sin que mi interés por la trama decayera por un instante, para hacerles entender que estamos ante una obra de originalidad inusitada que vale la pena leer. Pero me han invitado a presentar este libro para que hable de él y de su autor, y sería una tontería pedirles que lo lean solamente porque a mí me gustó, así es que procuraré extenderme acerca de las razones que me mantuvieron pegada a las páginas de esta novela de principio a fin.


El logro más importante de Jorge Carrigan en esta novela es, en mi modesta opinión, que la ha narrado desde el punto de vista de una mujer: el de Laura, la protagonista, y esta voz femenina resulta perfectamente coherente y creíble, como si el autor no fuera el hombre grande y barbudo que es sino una legítima fémina de seductora belleza.


Este punto de vista femenino contrasta con la perspectiva masculina del marido, Juan Daniel, durante toda la historia, que se desarrolla durante un juicio en el que Laura pide la “disolución inmediata” de todo vínculo con él.


El pensamiento intuitivo de la protagonista se pone de relieve en frases como ésta: “Soy capaz, no solo de sentir, sino también de presentir”, o cuando se refiere a un hombre diciendo que “tiene una muy marcada falta de amor en los ojos”. Nótese que habla de “falta de amor”, no “falta de sexo”, como habría dicho si fuera un personaje masculino.


Su intuición femenina se enfrenta al pensamiento racional del marido, cuyo principal interés es la parte económica que está en juego con la disolución del vínculo marital, tal como lo establece Juan Daniel al decir: “Pido que el evento que nos ocupa hoy no ponga en peligro el sagrado derecho a la propiedad privada”.


Poco a poco, a medida que transcurre la novela, su autor nos va dando pistas que nos conducen a reconocer la identidad de la protagonista.


“¿Alguien, que no sea un lunático obsesionado por la tecnología o por el sexo, estaría interesado en ser mi amigo?”, se pregunta Laura en una de las primeras páginas del libro. Más adelante afirma: “Si para ustedes existe Dios, para mí existe el señor Kinosuke Matsuda”, o sea, el diseñador de juguetes sexuales del que asegura a continuación: “Él es lo que yo podría considerar mi Dios y estoy segura de que lo conozco mucho mejor de lo que los humanos conocen al suyo”, frase ésta que pone al descubierto lo que un lector sagaz ya ha adivinado a esas alturas: que Laura no es humana.


Efectivamente, Laura es una muñeca, un sofisticado producto de la tecnología diseñado para satisfacer los deseos sexuales del hombre que se decidiera a comprarla, pero al contar no solo con una apariencia humana sino también con sentimientos e inteligencia propias de una mujer, reacciona como tal. Al igual que Rachel, la replicante de Blade Runner, ese clásico del cine que dirigió Ridley Scott, Laura se cree una mujer real, pero a diferencia de Rachel, cuyas memorias le han sido implantadas para proveerla de una historia de vida, Laura cuenta con sus propias memorias y tiene ambiciones personales.


Después de esperar por largo tiempo, en la vitrina de la tienda donde la exhiben, que un comprador la escoja para ser su compañía, Laura se alegra de ser comprada por Juan Daniel, un hombre de apariencia para nada atractiva. La muñeca reacciona como mismo lo hacen muchas mujeres deseosas de encontrar al príncipe azul, que después de esperarlo en vano, deciden aceptar al primero que les propone matrimonio, y así se marcha con Juan Daniel, razonando que “valía la pena irse, aunque el marido no fuera perfecto”.

Pero Laura termina convirtiéndose en una víctima de violencia doméstica, a manos de un marido que la encierra en un closet después de usarla, hasta que vuelve a necesitarla.


Si tan solo este hombre hubiera leído las instrucciones del fabricante, tal vez la historia habría sido diferente. De esa manera se habría enterado de que esta muñeca, de extraordinaria belleza, solo era capaz de funcionar plenamente si era arrullada por palabras de amor y atendida con extrema dulzura y delicadeza. Cuántos matrimonios de la vida real se salvarían si las esposas fuesen tratadas de la misma manera, lástima que, cuando firman el acta matrimonial, los esposos no reciban las debidas instrucciones por escrito.


Pero no crean que la historia de Laura es tan sencilla como pudiera parecer a simple vista. Al lector debería entregársele también un manual de instrucciones antes de comenzar a leer Muñequita linda, o al menos debería ser advertido: esta novela no es apta para personas excesivamente pudorosas o proclives a escandalizarse con los temas sexuales. Paralelamente al desarrollo del juicio, Carrigan nos hace testigos, con un voyeurismo absolutamente descarado, de la vida sexual de todos los que están en la sala, desde la primera experiencia erótica del juez Donato Pérez Rielo, cuando tenía seis años, pasando por la frustración del ingeniero Matsuda, atrapado en un matrimonio asexuado con una mujer que no ama, hasta llegar a la doble vida de Freddy, el dueño de la tienda El Monte de Venus, que usa dos personalidades ficticias para sostener conversaciones eróticas por Internet.


Sin embargo, estas descripciones son tan hiperbólicas que rayan con el absurdo, lo que provoca en el lector, no una excitación erótica sino más de una carcajada, aún en medio de situaciones tan atrevidas como el encuentro del presentador de televisión Malcom Gray y la rolliza Lisa María, profusamente descrito hasta que las páginas del libro parecen estar a punto de chorrear semen y fuídos vaginales. Porque en esta novela abunda la fantasía, pero sobre todo, el sentido del humor.


Por supuesto que no voy a contarles el desenlace de la novela, aunque reconozco que me siento tentada a hacerlo. Mejor los invito a disfrutar de esta original y fascinante historia que tal vez decepcione a aquellos que quisieran encontrar jineteras y dificultades del período especial en cada obra de un escritor cubano de esta época. Aquí no hay ninguno de esos temas, pero sobra imaginación, sin la cual podría decirse que no existiría la literatura de ficción. Bienvenidos al mundo literario de Jorge Carrigan.


Elvira de las Casas

Miami, enero de 2012

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