Monday, December 6, 2010

Reinaldo Arenas.


Reinaldo Arenas, en las dunas de Doñana. | M. Camacho

El Mundo, 6 de diciembre de 2010
CULTURA | En la editorial sevillana Point de Lunettes


• El volumen reúne el ciclo epistolar más completo que se conserva de Arenas
• Son 144 cartas, donde habla del mundo literario, político y personal
• Abarca 23 años de amistad con el pintor Jorge Camacho y su mujer Margarita
• Cuenta un apartado con fotografías de la visita de Reinaldo a Andalucía
• La edición del libro ha estado al cuidado de Margarita Camacho

José María Rondón | Sevilla

Actualizado lunes 06/12/2010 10:05 horas

Reinaldo Arenas (Holguín, Cuba, 1943- Nueva York, EEUU, 1990) tuvo una vida trágica. Tanto que a veces se confunde con fragmentos de su obra. Luchó por su libertad personal, defendió sus creaciones hasta la obsesión y la clandestinidad, y a la cultura cubana como una criatura viva a la que sabía que pertenecía. Fue prohibido, golpeado, brutalmente perseguido, encarcelado y, finalmente, expulsado a Estados Unidos, en el triste éxodo forzado de El Mariel.

Desde el exilio siguió en sus trece, pensando lo mismo sobre sí mismo, sobre Cuba y sobre Castro. Tampoco se sintió cómodo ni en Miami ni en Nueva York. Sus amigos dicen que Europa le sentaba mejor. Si se atiende a su propio testimonio, sabemos que sí fue feliz, al menos por unos días, bajo el cielo azul de Doñana: "Imagínense: todavía me parece algo irreal de tan bello", anota el escritor cubano en una de las cartas que dirige a sus amigos Margarita y Jorge Camacho y que ahora ven la luz, por primera vez, en castellano, su idioma original, tras su publicación en 2009 por la editorial Actes-Sud, de Arlès (Francia).

El sello sevillano Point de Lunettes publica la correspondencia entre el autor de Celestino antes del alba y el pintor cubano Jorge Camacho y su mujer Margarita. Este conjunto epistolar abarca 23 años de profunda amistad, desde el 1 de diciembre de 1967, poco después del primer encuentro entre ellos en La Habana, hasta el 2 de diciembre de 1990, cinco días antes de que, muy enfermo ya de sida, el escritor pusiera fin a su vida en un apartamento de Nueva York. Es el conjunto de cartas más completo que se conserva de Arenas.

El ciclo epistolar más completo de Arenas

En total, el volumen reúne 144 cartas -se han omitido otras 15 por su carácter reiterativo con las seleccionadas- más un texto autógrafo dirigido también a los Camacho, su desgarrador adiós a la vida: "Ninguna de las personas que me rodean están comprometidas en esta decisión. Sólo hay un responsable: Fidel Castro (...) Al pueblo cubano, tanto en el exilio como en la isla, lo exhorto a que siga luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota sino de lucha y esperanza. Cuba será libre. Yo ya lo soy".

Tal como asegura Margarita Camacho, que ha estado al cuidado de la edición, "estas cartas son un expresivo testimonio de la mitad de la vida de Reinaldo, puede decirse que de casi todo su ciclo vital como escritor y, desde luego, la confirmación de muchos de los datos que él mismo narra en su autobiografía Antes que anochezca. Esta correspondencia puede representar, si se quiere, un sugestivo complemento para la lectura de esas desgarradoras memorias que Julian Schnabel llevó al cine, con una interpretación magistral de Javier Bardem".

En este conjunto de cartas, Arenas habla del mundo literario y del político, esferas que a veces se confunden cuando, por ejemplo, arremete contra los escritores que apoyan el régimen de Fidel (García Márquez, muy especialmente). En otras esboza nuevos libros y futuros viajes a Almonte, Sevilla, Córdoba, Ronda o Cádiz, ciudad en la que incluso se plantea comprar una vivienda para instalarse. Otras veces se desespera por las trabas burocráticas o estalla contra las editoriales por una mala traducción o por el incumplimiento de los contratos...
Y, al fondo, la enfermedad...

Y, por supuesto, está la enfermedad. Primero, como amenaza: "Nueva York, con el problema del sida está irrespirable... Afortunadamente, mi salud está bien e incluso he engordado...", escribe en 1985. "Nueva York, entre el frío y la plaga del sida, se ha convertido en una verdadera tumba", anota dos años después. Y, luego, como realidad: «Ésta es la primera vez que escribo luego de mi muerte; pues como muerte hay que considerar lo que he sufrido y me falta», comenta ya desde el hospital en 1988.

Poco a poco, en las cartas de Reinaldo Arenas se mezclan el (triste) tránsito por la enfermedad y los propósitos sobre el destino final de su obra literaria. "Apenas puedo escribir y seguramente esta carta sea difícil de leer, no tengo control en el pulso", expone a finales de agosto de 1990. La muerte ya le rondaba de cerca.

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