Un solar, su gente y una palangana de oro
Por George Riverón
El solar de la palangana de oro, pieza original del dramaturgo cubano Raúl de Cárdenas, se ha venido presentando en Miami, a sala repleta y sostenidas ovaciones, desde el pasado mes de septiembre.
Esta comedia costumbrista cubana, vuelve a escena desde su estreno en 1961 en la sala Arlequín de La Habana, y luego de haber cautivado públicos de diferentes generaciones, gracias al empeño de Artefactus Teatro y la Compañía Havanafama.
Asistir a esta puesta, dirigida por Eddy Díaz Souza, resultó para mí una grata visita a un pedacito de esa Habana que habita en mi recuerdo y en el de muchos que como yo pensamos y añoramos Cuba.
La riqueza expresiva de la obra de Cárdenas viene dada por los componentes que la tradición vernácula le legaron, y el mayor atractivo de la puesta de Díaz Souza, a mi modo de ver, es ese “ajiaco” en el que se mezcla con otros géneros: la comedia, la farsa, el melodrama y algunos elementos del teatro musical.
La funcionalidad de la escenografía de Alejandro Galindo, la utilización de piezas emblemáticas de la música popular cubana y la picaresca de los personajes, son elementos claves que hacen de El solar de la palangana de oro una puesta en escena acertada y efectiva.
Belkis Proenza, como la Madrina, y Oneysis Valido, como Tila, destacan dentro del elenco. Sus desplazamientos son coherentes y orgánicos, siempre sinceros con la naturaleza de sus personajes. Jorge Ovies, Carlos Arrechea y Alexander Jiménez, regalan la limpieza gestual de sus actuaciones, aunque a ratos ensombrecidas por algunas estridencias que conllevan a la sobreactuación y al atropellamiento del texto.
El solar de la palangana de oro, es una propuesta refrescante, atractiva y de buena factura. Necesaria para aquellos que como yo añoramos La Habana, su gente y esa música que nos palpita dentro y nos hace vibrar.
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