El Instituto Cultural René Ariza – ICRA terminó su ciclo de lecturas dramatizadas, de autores cubanos en el exilio. En esta oportunidad, se presentó la obra
El príncipe y el mar
de Eddy D. Souza
La lectura tuvo lugar en la sala HAVANAFAMA Teatro Estudio, este martes 1º de junio, a las 8:00 pm. El equipo artístico y técnico está conformado por:
Laura Zarrabeitia,
Belkis Proenza,
Juan Roca,
Yoan VegaMúsica e Iluminación: Meysell Quintana
Producción: Compañía Teatral Havanafama y Artefactus Teatro
Puesta en escena: Eddy D. Souza
Sinopsis de la obra “Mariano, el príncipe, es el personaje central de esta obra; el mar, el motor que impulsa y motiva al primero. Casi desde el comienzo comprendemos que el príncipe no es tal cosa, y, al final, que el mar es un elemento inalcanzable, lo cual nos lleva a la conclusión de que la creación se mueve en planos de imaginarias presencias escénicas que existen tan sólo en la fantasía de los propios personajes, por buscar un modo llano de explicar la compleja naturaleza de la pieza. La madre, Petra, imagina ser la reina de un país fantástico; el padre, Eutimio, imagina ser el rey. Mariano, el hijo de ambos, habrá de ser, consecuentemente, el príncipe, pero él es un niño asmático que se convierte en el centro y motivo de todas las acciones, preocupaciones y terrores del rey y la reina. La abuela, Ángela, quien viene del mundo exterior, aparece en la segunda escena y es el ente que amenaza destruir el equilibrio del ficticio orbe que los padres han ideado para la protección (desmesurada y enfermiza) del hijo. Es la abuela, precisamente, la que introduce la noción del mar como algo maravilloso que puede dar al chico paz y felicidad. Pero en la mente de los padres, que buscan cualquier pretexto, por absurdo que parezca, para que el príncipe no abandone su encierro, aún la proximidad del mar (algo de afuera) se torna nocivo”. Luis González-Cruz.
Valoración de Luis González-Cruz “Lo que caracteriza esta obra es su auténtico monismo lúdico; en ella la única realidad fundamental (carente de pluralismos) es el Juego (con mayúscula). A esto habrá que añadir otros niveles metalúdicos, que sobrepasan el juego básico y se entrecruzan”.
“…este drama es una inteligente mise en abîme, en la cual se pasa del primer nivel de la representación (o tal vez segundo, porque los personajes, de entrada, están actuando sus papeles y dependiendo del libreto) al otro esencial de realidad dramática (el juego), de éste a otro (los títeres), para escalar entonces otro más distante aún (la historia que a través de los títeres se cuenta); finalmente, se propone un nivel ulterior que queda abierto a la imaginación: el del niño que cruza las fronteras de su última realidad para perderse en el mundo de los sueños sin frontera. Dicha multiplicidad de planos, que a cada instante ofrece una nueva sorpresa, enriquece esta original obra y amplía, sin duda, la experiencia del espectador o del lector”.
Fuente: González-Cruz, Luis. “Sobre El príncipe y el mar”. En: Ollantay Theater Magazine, XVI, Num 31-32, 2008. pp. 126-128.
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