David Álvarez versus Billy Elliot
Por Armando López
New York.
DIARIODECUBA.
Video De David Álvarez.
A la salida del musical Billy Elliot, una larga fila de fans espera al adolescente David Álvarez, ganador del Tony 2009 al mejor actor del género. Hace dos años, era apenas un desconocido. Billy lo lanzó al estrellato. Bien sabe David de cuentos de hadas. Pero también sabe que las carrozas se convierten en calabaza, que los niños crecen, cambian la voz, que un nuevo Billy ocupará su lugar.
Protagonizar a Billy Elliot fue un desafío para David. Película nominada al Oscar, musical en el West End londinense: ¡lloverían las comparaciones! Para Broadway, Elton John requirió agotadores ensayos de su música y el director Estephen Daldry exigió hasta que David-Billy fue tierno, fuerte, capaz de convencer a público y crítica al pasarse del boxeo al otro bando, al de las muchachitas que practican ballet.
En el musical, el espíritu de la madre muerta alienta a Billy contra el rudo machismo de su padre minero. En la vida real, Janet Hernández, sensible actriz escapada del habanero "Teatro Rita Montaner", sembró en su hijo David (a sus 8 años), el amor por la danza, con la complicidad de David padre, lector infatigable que le regaló al pequeño la biografía del fallecido astro cubano del ballet: Fernando Bujones.
En la escena del Imperial Theater, Billy-David lleva al público al delirio cuando traspasa la ventana del gimnasio con un amiguito, se enfundan un tutú y bailan el más romántico (y cómico) pas de deux, mientras su padre (Gregory Jbara) los espía. Estalla la lucha del adolescente por reafirmarse, pero también la lucha del padre por comprender a su hijo. En contraste, David padre acompaña a Davicito a sus clases, a sus ensayos, a sus funciones. Es su amigo.
La prensa califica a David como canadiense, nacido en Montreal, pero en la sala de los Álvarez en un piso ocho, del East Side de Manhattan, cuadros de Mendive, de Amelia Peláez, de Martínez Pedro, libros de Carpentier y Cabrera Infante, entremezclados con fotos de David con Elton Jones, con Hilary Clinton, con el vicepresidente Joe Biden, revelan que, en la familia Alvarez, soplan vientos de libertad de una Isla en la nostalgia.
Como cualquier muchacho entre mayores, David llega a la entrevista con cara resignada, debe estar de periodistas hasta el pelo. Me dice que chapurrea el español, que su primer idioma fue el francés. Le pido que me cuente de sus pininos en el ballet. ¡Y sorpresa! Habla español con acento cubano y además sonríe con cubanísima picardía.
"En Montreal, mamá me matriculó en las clases de ballet para que no me rompiera una mano en el kárate o jugando fútbol en la calle. Comencé en el ballet con una clase a la semana. Me revelaba, pero le fui cogiendo el gusto. Era divertido. Podía mirar a las niñas. Cuando nos mudamos para San Diego, California, tuve clases de ballet seis veces a la semana. Y me gustó tanto, que mis profesores me solicitaron una beca para el American Ballet Theater. Al igual que Billy Elliot tuve que audicionar. Los dos aprobamos. ¿La diferencia? Mi familia entera se mudó para Nueva York.
Has sido reconocido por la revista Dance Spirit como uno de los diez bailarines jóvenes a seguir en Estados Unidos.
Gracias a eso, la directora artística de Billy Elliot llamó al Ballet Theater. Yo había visto la película dos veces, pero ni siquiera sabía que existía un musical con ese nombre. Fui a verla por disciplina, convencido de que no me iban a elegir.
¿Habías actuado alguna vez?
(Es Janet, su mama, la que responde). Lo único que Davicito sabía era ballet. Es de admirar cómo los productores del musical examinaron a cientos de niños, cómo los fueron seleccionando, entrenando. Soy actriz, cuando salí de Cuba pensaba que el teatro era básicamente la parte dramática, pero cuando vi en Broadway que todos los actores bailan y cantan, comprendí que surgen de una escuela magnífica que los prepara desde niños. A David lo levantaron de cero.
¿David, cuándo supiste que el papel era tuyo?
Cuando entré adonde ensayábamos, y vi las cámaras de televisión. Mis padres ya lo sabían. Pero les prohibieron decírmelo, porque mi sorpresa debía ser compartida por millones de estadounidenses. Tres años había demorado el musical londinense en cruzar el Atlántico. Había millones de dólares en juego.
¿Y a partir de ahí?
Fue más duro todavía. Nos fuimos para Londres. Tuve que aprender el acento de los obreros mineros y a bailar tap. Cuando regresé a Nueva York, fue que conocí al resto del elenco, al que sería "mi padre", "a la maestra". Dos semanas antes del estreno, pasamos al Imperial Theater.
¿Qué cuentas de Elton John?
En el primer ensayo con los tres Billy, Elton John se molestó mucho. Cuando comenzó a acompañarnos al piano, los tres cantamos en una escala distinta. Se puso rojo de ira. Que cómo era posible que le cambiaran las cosas sin decírselo. Se fue a dar una vuelta para refrescar. Al rato, regresó calmado y comenzamos a ensayar. Me regaló la laptop en la que estoy trabajando.
¿Te sientes nervioso antes de salir a escena?
Cuando hago Billy en Broadway, me siento más tranquilo y seguro que cuando hago un minuto de ballet. Quizá porque en el ballet todo esta coreografiado y en Broadway puedo agregar, inventar.
¿Qué haces en tu día de descanso?
Dormir, sentarme a ver películas viejas que son las que más me gustan: como Juegos prohibidos, Los 400 golpes, Lawrence de Arabia, con Peter O'tole que me encanta como actor.
¿Piensas seguir como actor cuando termines en Billy Elliot ?
Por ahora sigo estudiando actuación. Lo que sí estoy seguro es que voy a continuar mi carrera de bailarín. Me gustaría hacer el Romeo, con música de Prokofiev y el príncipe de Giselle. Cuando tenga 40 años, me retiraré y me dedicaré por entero a la coreografía. Sueño hacer un ballet con La Odisea. Adoro los clásicos griegos.
Déjame preguntarle ahora a Janet: ¿quisiste alguna vez ser bailarina?
Nunca, pero tenía muchos amigos en el Ballet y en Danza Nacional. Por ahí comenzó todo. Tengo una amiga en Montreal que es bailarina y me dijo "David tiene muy buen cuerpo, mételo de cabeza en el ballet".
¿Te graduaste de actriz en la Escuela Superior de Arte de Cuba?
No llegué a graduarme. Me fui de la Isla en 1994. Pero estudié actuación hasta el tercer año. Con el grupo Rita Montaner hice La piedad, Frida, y también Electra.
¿Cómo logras irte de Cuba?
Cuando la estampida del 93. Cinco actores creamos un grupo de teatro interactivo, muy viajable. Nos pusieron "el diplo-teatro" porque nada más trabajábamos para extranjeros. Lo de nosotros era irnos del país como fuera, buscarnos una carta de invitación. Nos cayeron varios contratos. Nos decidimos por Canadá.
¿Y el papa de David, cómo se enganchó en el viaje?
Se apareció en el teatro cuando estábamos montando Pasión Malinche, de Alberto Pedro. Le gustaba el arte pero estudiaba bioquímica. Fue amor a primera vista. Viajó con nosotros de utilero. Mi hijos David y María Teresa, su hermanita, que estudia pintura, nacieron en Canadá. Les hemos inculcado la cubanía.
Ahora es David Álvarez padre el que cuenta:
Davicito se acostumbró con su abuela de Santa Clara a comer arroz con frijoles. Tiene abuelos, tíos y primos regados por toda la Isla. Yo soy de Santiago de Cuba. Estudié allá en la vocacional, luego hice mi doctorado en bioquímica en Canadá. Cuando nos mudamos para San Diego quisimos acogernos a la Ley de ajuste cubano. Llevábamos dos años esperando. Le escribimos a Hillary Clinton, y a los tres meses nos dieron la residencia. Un día Hillary fue al show de Billy Elliot y entró al escenario diciendo, "David, que yo te resolví los papeles".
¿Te gusta ser famoso, David?
Al terminar cada función de Billy Elliot hay una pila de gente esperándome afuera, me paso treinta minutos firmando autógrafos. En la calle la gente me reconoce. Me piden tirarse una foto conmigo. Pero a veces quisiera poder jugar fútbol en la esquina con mis amigos como hacía antes.
¿En qué te pareces a Billy Elliot?
En que él siempre quiere bailar y yo también, en que Billy persiguió su sueño, y yo me esfuerzo para conseguir el mío.
Protagonizar a Billy Elliot fue un desafío para David. Película nominada al Oscar, musical en el West End londinense: ¡lloverían las comparaciones! Para Broadway, Elton John requirió agotadores ensayos de su música y el director Estephen Daldry exigió hasta que David-Billy fue tierno, fuerte, capaz de convencer a público y crítica al pasarse del boxeo al otro bando, al de las muchachitas que practican ballet.
En el musical, el espíritu de la madre muerta alienta a Billy contra el rudo machismo de su padre minero. En la vida real, Janet Hernández, sensible actriz escapada del habanero "Teatro Rita Montaner", sembró en su hijo David (a sus 8 años), el amor por la danza, con la complicidad de David padre, lector infatigable que le regaló al pequeño la biografía del fallecido astro cubano del ballet: Fernando Bujones.
En la escena del Imperial Theater, Billy-David lleva al público al delirio cuando traspasa la ventana del gimnasio con un amiguito, se enfundan un tutú y bailan el más romántico (y cómico) pas de deux, mientras su padre (Gregory Jbara) los espía. Estalla la lucha del adolescente por reafirmarse, pero también la lucha del padre por comprender a su hijo. En contraste, David padre acompaña a Davicito a sus clases, a sus ensayos, a sus funciones. Es su amigo.
La prensa califica a David como canadiense, nacido en Montreal, pero en la sala de los Álvarez en un piso ocho, del East Side de Manhattan, cuadros de Mendive, de Amelia Peláez, de Martínez Pedro, libros de Carpentier y Cabrera Infante, entremezclados con fotos de David con Elton Jones, con Hilary Clinton, con el vicepresidente Joe Biden, revelan que, en la familia Alvarez, soplan vientos de libertad de una Isla en la nostalgia.
Como cualquier muchacho entre mayores, David llega a la entrevista con cara resignada, debe estar de periodistas hasta el pelo. Me dice que chapurrea el español, que su primer idioma fue el francés. Le pido que me cuente de sus pininos en el ballet. ¡Y sorpresa! Habla español con acento cubano y además sonríe con cubanísima picardía.
"En Montreal, mamá me matriculó en las clases de ballet para que no me rompiera una mano en el kárate o jugando fútbol en la calle. Comencé en el ballet con una clase a la semana. Me revelaba, pero le fui cogiendo el gusto. Era divertido. Podía mirar a las niñas. Cuando nos mudamos para San Diego, California, tuve clases de ballet seis veces a la semana. Y me gustó tanto, que mis profesores me solicitaron una beca para el American Ballet Theater. Al igual que Billy Elliot tuve que audicionar. Los dos aprobamos. ¿La diferencia? Mi familia entera se mudó para Nueva York.
Has sido reconocido por la revista Dance Spirit como uno de los diez bailarines jóvenes a seguir en Estados Unidos.
Gracias a eso, la directora artística de Billy Elliot llamó al Ballet Theater. Yo había visto la película dos veces, pero ni siquiera sabía que existía un musical con ese nombre. Fui a verla por disciplina, convencido de que no me iban a elegir.
¿Habías actuado alguna vez?
(Es Janet, su mama, la que responde). Lo único que Davicito sabía era ballet. Es de admirar cómo los productores del musical examinaron a cientos de niños, cómo los fueron seleccionando, entrenando. Soy actriz, cuando salí de Cuba pensaba que el teatro era básicamente la parte dramática, pero cuando vi en Broadway que todos los actores bailan y cantan, comprendí que surgen de una escuela magnífica que los prepara desde niños. A David lo levantaron de cero.
¿David, cuándo supiste que el papel era tuyo?
Cuando entré adonde ensayábamos, y vi las cámaras de televisión. Mis padres ya lo sabían. Pero les prohibieron decírmelo, porque mi sorpresa debía ser compartida por millones de estadounidenses. Tres años había demorado el musical londinense en cruzar el Atlántico. Había millones de dólares en juego.
¿Y a partir de ahí?
Fue más duro todavía. Nos fuimos para Londres. Tuve que aprender el acento de los obreros mineros y a bailar tap. Cuando regresé a Nueva York, fue que conocí al resto del elenco, al que sería "mi padre", "a la maestra". Dos semanas antes del estreno, pasamos al Imperial Theater.
¿Qué cuentas de Elton John?
En el primer ensayo con los tres Billy, Elton John se molestó mucho. Cuando comenzó a acompañarnos al piano, los tres cantamos en una escala distinta. Se puso rojo de ira. Que cómo era posible que le cambiaran las cosas sin decírselo. Se fue a dar una vuelta para refrescar. Al rato, regresó calmado y comenzamos a ensayar. Me regaló la laptop en la que estoy trabajando.
¿Te sientes nervioso antes de salir a escena?
Cuando hago Billy en Broadway, me siento más tranquilo y seguro que cuando hago un minuto de ballet. Quizá porque en el ballet todo esta coreografiado y en Broadway puedo agregar, inventar.
¿Qué haces en tu día de descanso?
Dormir, sentarme a ver películas viejas que son las que más me gustan: como Juegos prohibidos, Los 400 golpes, Lawrence de Arabia, con Peter O'tole que me encanta como actor.
¿Piensas seguir como actor cuando termines en Billy Elliot ?
Por ahora sigo estudiando actuación. Lo que sí estoy seguro es que voy a continuar mi carrera de bailarín. Me gustaría hacer el Romeo, con música de Prokofiev y el príncipe de Giselle. Cuando tenga 40 años, me retiraré y me dedicaré por entero a la coreografía. Sueño hacer un ballet con La Odisea. Adoro los clásicos griegos.
Déjame preguntarle ahora a Janet: ¿quisiste alguna vez ser bailarina?
Nunca, pero tenía muchos amigos en el Ballet y en Danza Nacional. Por ahí comenzó todo. Tengo una amiga en Montreal que es bailarina y me dijo "David tiene muy buen cuerpo, mételo de cabeza en el ballet".
¿Te graduaste de actriz en la Escuela Superior de Arte de Cuba?
No llegué a graduarme. Me fui de la Isla en 1994. Pero estudié actuación hasta el tercer año. Con el grupo Rita Montaner hice La piedad, Frida, y también Electra.
¿Cómo logras irte de Cuba?
Cuando la estampida del 93. Cinco actores creamos un grupo de teatro interactivo, muy viajable. Nos pusieron "el diplo-teatro" porque nada más trabajábamos para extranjeros. Lo de nosotros era irnos del país como fuera, buscarnos una carta de invitación. Nos cayeron varios contratos. Nos decidimos por Canadá.
¿Y el papa de David, cómo se enganchó en el viaje?
Se apareció en el teatro cuando estábamos montando Pasión Malinche, de Alberto Pedro. Le gustaba el arte pero estudiaba bioquímica. Fue amor a primera vista. Viajó con nosotros de utilero. Mi hijos David y María Teresa, su hermanita, que estudia pintura, nacieron en Canadá. Les hemos inculcado la cubanía.
Ahora es David Álvarez padre el que cuenta:
Davicito se acostumbró con su abuela de Santa Clara a comer arroz con frijoles. Tiene abuelos, tíos y primos regados por toda la Isla. Yo soy de Santiago de Cuba. Estudié allá en la vocacional, luego hice mi doctorado en bioquímica en Canadá. Cuando nos mudamos para San Diego quisimos acogernos a la Ley de ajuste cubano. Llevábamos dos años esperando. Le escribimos a Hillary Clinton, y a los tres meses nos dieron la residencia. Un día Hillary fue al show de Billy Elliot y entró al escenario diciendo, "David, que yo te resolví los papeles".
¿Te gusta ser famoso, David?
Al terminar cada función de Billy Elliot hay una pila de gente esperándome afuera, me paso treinta minutos firmando autógrafos. En la calle la gente me reconoce. Me piden tirarse una foto conmigo. Pero a veces quisiera poder jugar fútbol en la esquina con mis amigos como hacía antes.
¿En qué te pareces a Billy Elliot?
En que él siempre quiere bailar y yo también, en que Billy persiguió su sueño, y yo me esfuerzo para conseguir el mío.
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