LA NENA DE MIS AMORES
Por Raúl De Cárdenas.
“El mejor modo de aprender es enseñar. A veces el maestro aprende más que el alumno. No hay mayor recompensa que ver como un alumno nos supera”.
Este comentario lo hizo Nena Acevedo en una mesa redonda sobre el teatro cubano, celebrada en el Lyceum de La Habana, en el 1958, según lo cuenta en sus memorias, “Por Amor al Arte”, el famoso director Francisco Morín.
Cuando yo conocí a Nena Acevedo ella era profesora del Teatro Universitario de La Habana, y aunque era una actriz excelente – ya la había visto en “Mujeres” de Claire Boothe, en una simpatiquísima interpretación – creo que para ella más importante que la actuación era enseñar.
Un encuentro casual en la “Plaza Cadenas” de la Universidad de La Habana con uno de sus alumnos, Ricardo Barber, que hoy en día es uno de los principales actores del “Repertorio Español” de Nueva York, hizo que Nena se interesara en lo que estaba escribiendo. Ricardo presentó una escena de mi segunda obra, “Los Animos Están Cansados”, y Nena se animó a dirigir la pieza con sus alumnos y estrenarla en el Aula Magna de la Universidad.
Corrimos con suerte, y aunque la obra no era mas que “un esfuerzo serio de un autor nuevo que busca su camino en la creación dramática” como apunto el crítico y dramaturgo Matías Montes Huidobro después de su estreno, la obra tuvo mucho éxito, se representó en varias ciudades de la Isla y finalmente fue llevada a la televisión.
Después de “Los Animos Están Cansados” escribí “La Palangana”, una obra en un acto que yo aspiraba a estrenar en la Sala Teatro “Arlequín” de Rubén Vigón que había creado los Lunes de Teatro Cubano para presentar a nuevos autores.
Vigón no se interesó en “La Palangana” y la rechazo sin muchas contemplaciones. Nena Acevedo, convencida que la obra era buena, fue a verlo y finalmente pudo convencerlo de que estrenará mi pieza. A pesar de haber dado su consentimiento, Vigón aún no estaba muy seguro del éxito de “La Palangana” y decidió “apuntalar” el programa con una obra de Gloria Parrado, “Arriba Arriba”, y un breve espectáculo martíano de René Ariza.
Los ensayos de “La Palangana” se hicieron en casa de Nena Acevedo que convirtió la sala de la residencia en un escenario. Finalmente, el 31 de enero de 1961, a casi 8 meses de mi salida de Cuba, “La Palangana” se estrenaba en La Habana y el resto es historia. Aquella sencilla pieza que había escrito en un fin de semana llegaría a convertirse en una de las más populares obras del teatro cubano, sería llevada al Canal 2 de televisión, continuaría representándose, y fue publicada sin mi autorización, aún después de haber abandonado Cuba.
Estoy convencido que mi presencia en el teatro cubano no hubiese sido posible, o quizás hubiese sido aún mucho más dificil, sin el apoyo, el consejo y el afecto de Nena Acevedo. De profesora se convirtió en amiga. Siempre sintió en lo más hondo de su corazón el amor por el teatro y supo impartirlo sin egoísmos. Nunca vaciló, durante esos años en el Teatro Universitario, en alimentar los sueños y las ilusiones de tantos jóvenes que aspiraban a ser algo en el difícil mundo de la escena.
La figura de Nena Acevedo permanence hoy en mi corazón tan fresca como la primera vez que la vi, cuando Ricardo Barber me la presentó. Guiada por la más pura dedicación, trato de enseñar todo lo que sabía, sin falsedades, a todos los que se acercaban a ella. En una profesión, la de actriz, donde se corre el peligro de lo banal y lo superficial, Nena se destacó por su seriedad, por sus convicciones y por su dignidad. Y cuando llegó el momento de tomar el camino del exilio, no vaciló ni un segundo. La pérdida fue para el teatro de la Isla, pero no para nosotros.
En estos días que se le rinde homenaje a Nena Acevedo he querido unir mi voz, porque la quiero, porque la respeto, y porque le quedo eternamente agradecido por todo lo que hizo por mí. Este dramaturgo le debe mucho a la Nena de sus amores.
Les recordamos que la entrega del Premio René Ariza a Nena Acevedo y Julio Matas se realizará el jueves 15 de noviembre, a las 6 de la tarde, en el Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, 1300 Memorial Drive, Coral Gables.
Este comentario lo hizo Nena Acevedo en una mesa redonda sobre el teatro cubano, celebrada en el Lyceum de La Habana, en el 1958, según lo cuenta en sus memorias, “Por Amor al Arte”, el famoso director Francisco Morín.
Cuando yo conocí a Nena Acevedo ella era profesora del Teatro Universitario de La Habana, y aunque era una actriz excelente – ya la había visto en “Mujeres” de Claire Boothe, en una simpatiquísima interpretación – creo que para ella más importante que la actuación era enseñar.
Un encuentro casual en la “Plaza Cadenas” de la Universidad de La Habana con uno de sus alumnos, Ricardo Barber, que hoy en día es uno de los principales actores del “Repertorio Español” de Nueva York, hizo que Nena se interesara en lo que estaba escribiendo. Ricardo presentó una escena de mi segunda obra, “Los Animos Están Cansados”, y Nena se animó a dirigir la pieza con sus alumnos y estrenarla en el Aula Magna de la Universidad.
Corrimos con suerte, y aunque la obra no era mas que “un esfuerzo serio de un autor nuevo que busca su camino en la creación dramática” como apunto el crítico y dramaturgo Matías Montes Huidobro después de su estreno, la obra tuvo mucho éxito, se representó en varias ciudades de la Isla y finalmente fue llevada a la televisión.
Después de “Los Animos Están Cansados” escribí “La Palangana”, una obra en un acto que yo aspiraba a estrenar en la Sala Teatro “Arlequín” de Rubén Vigón que había creado los Lunes de Teatro Cubano para presentar a nuevos autores.
Vigón no se interesó en “La Palangana” y la rechazo sin muchas contemplaciones. Nena Acevedo, convencida que la obra era buena, fue a verlo y finalmente pudo convencerlo de que estrenará mi pieza. A pesar de haber dado su consentimiento, Vigón aún no estaba muy seguro del éxito de “La Palangana” y decidió “apuntalar” el programa con una obra de Gloria Parrado, “Arriba Arriba”, y un breve espectáculo martíano de René Ariza.
Los ensayos de “La Palangana” se hicieron en casa de Nena Acevedo que convirtió la sala de la residencia en un escenario. Finalmente, el 31 de enero de 1961, a casi 8 meses de mi salida de Cuba, “La Palangana” se estrenaba en La Habana y el resto es historia. Aquella sencilla pieza que había escrito en un fin de semana llegaría a convertirse en una de las más populares obras del teatro cubano, sería llevada al Canal 2 de televisión, continuaría representándose, y fue publicada sin mi autorización, aún después de haber abandonado Cuba.
Estoy convencido que mi presencia en el teatro cubano no hubiese sido posible, o quizás hubiese sido aún mucho más dificil, sin el apoyo, el consejo y el afecto de Nena Acevedo. De profesora se convirtió en amiga. Siempre sintió en lo más hondo de su corazón el amor por el teatro y supo impartirlo sin egoísmos. Nunca vaciló, durante esos años en el Teatro Universitario, en alimentar los sueños y las ilusiones de tantos jóvenes que aspiraban a ser algo en el difícil mundo de la escena.
La figura de Nena Acevedo permanence hoy en mi corazón tan fresca como la primera vez que la vi, cuando Ricardo Barber me la presentó. Guiada por la más pura dedicación, trato de enseñar todo lo que sabía, sin falsedades, a todos los que se acercaban a ella. En una profesión, la de actriz, donde se corre el peligro de lo banal y lo superficial, Nena se destacó por su seriedad, por sus convicciones y por su dignidad. Y cuando llegó el momento de tomar el camino del exilio, no vaciló ni un segundo. La pérdida fue para el teatro de la Isla, pero no para nosotros.
En estos días que se le rinde homenaje a Nena Acevedo he querido unir mi voz, porque la quiero, porque la respeto, y porque le quedo eternamente agradecido por todo lo que hizo por mí. Este dramaturgo le debe mucho a la Nena de sus amores.
Les recordamos que la entrega del Premio René Ariza a Nena Acevedo y Julio Matas se realizará el jueves 15 de noviembre, a las 6 de la tarde, en el Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, 1300 Memorial Drive, Coral Gables.
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