Thursday, January 5, 2012

Tres actos y un epílogo

Yara González y Matías Montes Huidobro


Tres actos y un epílogo.

Uva de Aragón

Diario Las Américas
Publicado el 01-04-2012

Primer acto

Leí la novela “Desterrados al fuego” de Matías Montes Huidobro cuando vivía en Maryland, en las afueras de Washington, D.C. Me impresionó tanto que aún recuerdo uno de sus motivos recurrentes: el abrigo que se convierte en obsesión para el personaje (y el lector). Le dediqué un comentario y empecé a cartearme con el autor, que en aquellos tiempos enseñaba, igual que su esposa, Yara González, en la Universidad de Hawái. Conocí a la pareja tiempo después en un congreso de literatura en México, D.F. en 1979. De esa fecha data nuestra amistad, nutrida en el intercambio de libros, y tantas horas compartidas en veladas entre amigos, eventos culturales y académicos. Ha aumentado asimismo mi conocimiento de la obra de Matías, un autor prolífico, que se distingue especialmente en la dramaturgia, pero que ha escrito con igual talento novelas, poesía, y también como su esposa Yara, lúcidos trabajos de crítica literaria.

Pero Montes Huidobro hace más. Es un incansable animador del teatro cubano.

Segundo acto

Noviembre 1973. El pintor Siro del Castillo se me acerca en una exhibición de Antonio del Moral en Washington. Me habla de una obra de teatro que se representará un mes después. Me dice el lugar, la hora, los artistas, el tema de la representación. Pide mi ayuda. “Queremos que usted escriba la obra”. Pienso que está loco. Hablamos toda la noche. Al día siguiente me lleva un montón de papeles sobre la lucha de los estudiantes por la libertad de Cuba en distintos momentos de nuestra historia. Siro me contagia su locura. Escribo como afiebrada durante dos noches insomnes. La obra se estrena el 7 de diciembre y se representa al año siguiente en Miami, lo cual es un verdadero milagro, especialmente considerando lo poco que yo sabía sobre teatro entonces. Quizás haya sido afortunado que el manuscrito se perdiera.

Años después, en 1986, ya con estudios formales de literatura, por primera y única vez en mi vida llamé al trabajo diciendo que estaba enferma, y me quedé en casa escribiendo dos días y dos noches mi segunda obra de teatro. Artistas de renombre hicieron una lectura dramatizada de “Con todos y para el bien de todos” en FIU al año siguiente. El profesor Rodolfo Cortina estaba en la audiencia y tiempo después incluyó mi obra, traducida al inglés, en una antología de teatro de autores cubanoamericanos. A menudo la leen en cursos académicos y me invitan a discutirla con los estudiantes.

Anthology of Cuban American Theatre

Mi tercera obra teatral lleva en mi ordenadora varios años, la reviso periódicamente y todavía no acaba de satisfacerme.

Tercer acto

Años ochenta. Me encuentro en la Universidad de Miami haciendo mi doctorado en literatura. Tomo un curso de teatro latinoamericano. Hay varios estudiantes cubanos en la clase: Mercy Ares, Pepe Cabrera y yo. No recuerdo si también Miguel Sales. Leemos “La noche de los asesinos”, de José Triana. Los cubanos hacemos una lectura de la obra con intención política, aunque la simbología sea plurivalente y el drama trascienda el mensaje más inmediato. La profesora está en total desacuerdo. Hasta nos quita puntos en una prueba. Protestamos.

El dramaturgo José Triana

Tiempo después conozco a Triana. Le divierte la anécdota cuando se la cuento. Me asegura que estábamos en lo cierto. Tengo oportunidad de ver varias puestas en escena de “La noche de los asesinos”, incluso una en FIU para la que el autor viene desde París invitado por los estudiantes con el apoyo del Cuban Research Institute. Leo a Triana, incluso su poesía en francés. Entablo una entrañable amistad con el dramaturgo, un ser humano extraordinario por su talento, calor humano y sencillez, y con su hermana Gladys Triana, magnífica pintora.

Epílogo

Del día 12 al 15 de enero de 2012 se celebrará en Miami un congreso sobre teatro cubano verdaderamente excepcional. Fue idea de Matías Montes Huidobro, quien lo ha organizado con la valiosa ayuda de varias personas, entre ellas su esposa Yara, Lesbia Varona y Lillian Manzor de la Universidad de Miami, donde tendrá lugar en el Wesley Center, en Stanford Drive (frente al Lowe Art Museum). La capacidad de convocatoria de Montes Huidobro es tan asombrosa como su generosidad y energía.

Varios de los paneles están dedicados a José Triana, que vendrá desde la capital francesa para la ocasión. Participarán por igual un extenso número de académicos, con trabajos sobre una diversidad de autores y obras de la dramaturgia cubana. Estas actividades tendrán lugar de 9 a.m. a 6 p.m. y son gratuitas. Sí habrá un costo por las lecturas dramatizadas y montajes con actores de primera calidad, que se presentarán en las noches. Se trata de un programa ambicioso, de altura. Para más detalles, escribir a huidobro@aol.com.

Por mi parte, leeré un trabajo sobre la nostalgia en dos obras de autores cubanos, uno del exilio, René Alomá y otro de la Isla, Abelardo Estorino. Por último, participaré en un panel en que las dramaturgas hablaremos de nuestras respectivas obras de teatro. Me parece un epílogo maravilloso de los tres actos.

Este congreso puede también ser el comienzo de una nueva tradición en Miami. Nunca se sabe lo que puede estar tramando Matías Montes Huidobro.

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