A la venta en la Feria del Libro de Miami, Ediciones Universal, Editorial Aduana Vieja. Para cualquier información, contactar al autor mmhuidobro@aol.com
La novela Un bronceado hawaiano, de Matías
Montes Huidobro, será presentada el domingo 18 de noviembre, durante la Feria
Internacional del Libro de Miami
A Hawái le sienta el negro
Lo primero a destacar en Un
bronceado hawaiano, el más reciente título publicado por el poeta, narrador, dramaturgo e
investigador Matías Montes Huidobro, es que posee una virtud que a mí se me
antoja indispensable en cualquier novela: se lee de un tirón. El libro, de 357
páginas, cuenta una historia que se mueve a sobresaltos, aunque sin perder
jamás el ritmo, entre el realismo áspero de los llamados “duros de pelar”
(Chandler, Hammett y Cía), algunas situaciones que de un modo u otro remiten al
código del absurdo y pasajes de un erotismo tan brutal que lindan con la
pornografía; todo ello aderezado con disquisiciones, que transitan de lo lírico
a lo filosófico sin ningún pesar, acerca del arte y el sexo, los celos, las
relaciones profesionales, el asesinato como una de las bellas artes y todo lo
humano y lo divino, incluyendo “la inmortalidad del cangrejo”, según el propio
autor. A primera vista parecería que, en una supuesta novela negra, semejante
mezcla, al igual que la lingüística y las matemáticas, como diría Ionesco,
deben conducir siempre a lo peor; sin embargo, Montes Huidobro se las ha
arreglado, gracias a su pericia como prestidigitador literario, para componer
una obra que esconde al lector mucho más de lo que muestra. Los ingleses
aseguran que el paquete es la mitad del regalo, y en este caso el atractivo
paquete que supone la anécdota criminal oculta el regalo de un insólito rastreo
por las veleidades del alma humana. Cuando uno termina de leer el libro está
consciente de que se ha entretenido, de que la ha pasado muy bien, pero al mismo
tiempo empieza a dudar si debe reiniciar la lectura de inmediato, y con mucho
más atención, para descubrir de qué trata realmente esta narración que podría
ser, como asegura uno de sus personajes, un rompecabezas al que le falta la
pieza clave, a pesar de que si lograras encontrarla vas a darte cuenta
enseguida que resulta en lo absoluto prescindible. Desde la misma portada,
donde aparece como un reclamo publicitario el subtítulo Un film noir, se hace presente el interés del autor por
dejar pistas falsas, pretendiendo hacer pasar por una película lo que debería
ser un libro.
Si el subtítulo citado antes se acepta como uno
de las vías para desentrañar cada escondrijo de esta novela, resulta obvio que Un bronceado
hawaiano es ante
todo un homenaje en tono de parodia —alguien dijo que toda parodia es en el
fondo un homenaje— al cine negro norteamericano, y de paso a la literatura que
le dio origen. Montes Huidobro se refiere con frecuencia casi maníaca a
actrices, actores y directores de las películas más notables de este género, o
sub género, o como quiera llamársele, así como a los autores de las novelas en
que muchas de ellas se inspiraron; es más, sin temor alguno remite al lector en
sus dos personajes femeninos protagónicos (Doris y Janet) a patrones de la
femineidad que establecieron dos grandes estrellas de la pantalla (Lana Turner
y Katherine Hepburn, respectivamente), e incluso crea un detective chino al que
llama Chan, igual que el célebre Míster Chan del cine, llegando al colmo de
hacerlo decir en determinado momento que es necesario tener “paciencia,
muuuchaaa pacienciiiaaa…”, frase que hizo popular el personaje radial Chan Li
Po creado por Félix B. Caignet, el mismo autor de El derecho de
nacer, la madre de
todas las telenovelas. Haciendo uso una vez más del juego de las muchas
identidades, el autor no se conforma con la copia sino que se esmera también en
dejar constancia de la copia de la copia.
Esta suerte de calistenia lúdica, que por lo
general tiene carácter de humorada, de simple broma, a ratos se trasmuta en
consideraciones de mayor peso, sacando a flote por ejemplo las miserias humanas
de un estrato social que podría aparentar estar bien lejos de tal estigma: el
mundillo intelectual académico en USA. La “locación” —para usar un término cinematográfico—
de la novela se sitúa, además, en Hawái, una especie de paraíso terrenal,
paisaje que no resulta precisamente el más apropiado, al menos desde el punto
de vista literario más ortodoxo, para contar la historia de un asesinato. De
principio a fin de la novela, Matías Montes Huidobro hace uso de encontronazos
semejantes, lo cual le otorga a la narración un aire muy particular, una
respiración como de pez vuelto al agua después de librarse del anzuelo que lo
mantenía en el aire a punto de ahogarse.
Creo que uno de los aspectos más llamativos de la novela es el Narrador,
así con mayúscula, como si fuera, y de hecho creo que lo es, otro personaje del
libro, tal vez el único realmente protagónico, pues en última instancia es el
que se ocupa en definitiva de hacer avanzar la acción. Transitado de una
exposición más o menos convencional en tercera persona del singular hasta una
insólita primera persona del plural, Matías Montes Huidobro cuenta esta
imbricada historia desde muy diversos puntos de vista, apelando a veces al
observador objetivo, otras al narrador omnisciente que todo lo sabe e incluso
llegando al extremo de dialogar con el lector para confesarle que no tiene la
menor idea de lo que le pasa por la cabeza a sus personajes. Una vez más el
juego de mientras más parezco enseñar es que de verdad más escondo.
Un bronceado
hawaiano es, como la
pintura inútil, repetitiva y alucinada de Bob Harrison, su personaje clave, un
libro que puede compararse con una cebolla de múltiples y disímiles capas, a
las que es necesario ir penetrando hasta encontrar su desolador meollo.
También, como señalé al inicio, es un libro que resulta muy agradable de leer,
tal vez porque está repleto de sorpresas. A mí, en particular, me llegó la
mayor de las sorpresas casi al final de la lectura, cuando se hace el minucioso
inventario de la biblioteca de Chan, y me enteré, sin el menor asomo de duda,
que entre una edición príncipe de Los miserables y las novelas de Agatha Christie y Mike Hammer,
estaba una novela negra firmada por mí y que es probable que alguna vez haya
escrito y a lo mejor hasta que fuera publicada, aunque de lo que sí creo estar
seguro, no lo sé a ciencia cierta, es que jamás ganó ningún premio literario.
La presentación de Un bronceado hawaiano de Matías Montes Huidobro en Miami, tendrá lugar
en la Feria Internacional del Libro el día 18 de noviembre (domingo) a las
cuatro de la tarde (building 8), dentro
del marco de un panel sobre “la novela negra”, donde también participarán
Rodolfo Pérez Valero e Ignacio Cárdenas Acuña
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