La dialéctica del humo
Por Alfredo Triff
Tumiami blog.
No se pierdan la exhibición Lezáma Inédito de fotos de Iván Cañas en la Main Gallery del Miami Dade, Wolfson Campus, salto al 69 en la máquina del tiempo.
Acercarse a la intimidad de Lezama no era fácil. Se decía espacio de lo hermético, sanctum sanctorum del helenismo de la matriz origenista. Pero ni tanto. Iván Cañas lo demuestra: El ojo curioso, invitador, intuitivo, aleatorio, en busca del esplín sicológico. Pero el sujeto no es lógico sino poético y en este caso se resbala del lente. No lo digo por disminuir la labor del ojo que tira. Cañas conspira, su sujeto tiene otros planes. Lezama está cerca, demasiado. Cañas ha dado con lo fortuito, es "don exquisito, potente oportunidad".* El punctum de la camera lucida.
Compréndase el límite: Siempre habrá distancia uno-y-otro, el-y-yo, sujeto-y-objeto (para eso son, dueto). El problema de la foto es otro, es su dilema de no-ser. Ser es la cara redonda, de frente de madrugada, de pelo rizo cano, de nariz gentilicia, de bigote cuidado con olor a humo y café. No-ser es el reverso del universo, esqueleto del alfiler.
Reducir la separación entre colón y refugio, la mínima expresión del "espíritu en fronesis", melao del limen, himen del tú-y-el-yo de la parábola. Nada fácil, el lente es invasión, pero ocurre que en estas fotos se crea una demanda que dirige al retículo, le exige qué ver. Para decirlo mejor, la oposición se torna alianza sin trasdoblo de santos: Lezama se mira diáfano desde el lente de Cañas. ¿Cómo lo sabemos? Un cierto espíritu otro que transmuta el tabaco en pluma bucal. De ahí emana el alma del fondo. El asunto radica en la esencia del puro, la dialéctica del humo. Cañas consigue entreabrir esa vanidad espumosa envuelta en virutas "cual araña sonrosada que se traga el humo".
Hay una secuencia, mi preferida de estos retratos deliberados fortuitos i-cañeros, en la que Lezama cala el foco, mejor, seduce la antena justo en el montuno de la película. Empero, el poeta se defiende, tabaco en mano, contra el palo del tuerto. El "enigmático e imprescindible tabaco" le sirve de escudo cilíndrico, de ejercicio patricio, de defensa Ruy López. ¿De qué huye? Sin duda, de sí, del an sich que pulula las esquinas, la sospecha del no-ser de todo 69. Es entonces que el zumo nicotínico abre la llave y arranca del olvido la mirada inmanente y breviaria. Sonríe, improvisa a tropel, extemporáneo e incoativo, nervio en excurso, discurso del éter.
Cañas capta el mejor de los Lezamas: sin estruendo, sin estupor, sin frenesí. El Lezama absorto en la efímera bocanada, el ligamento del tendón del verbo, la máscara de la fumada, la batuta cromática de la mano orográfica. El Lezama libresco en su morro, su estancia de los vivos muertos, su ecclesia mística, su consulado de virtudes.
_____
*Las palabras entre comillas, tomadas de diversas obras lezamianas de mi escueta biblioteca.
"Lezama inédito", de Iván Cañas
Centre Gallery (edificio 1, 3er piso, salón 1365)
Wolfson Campus, 300 NE Second Ave.
Hasta el 17 de diciembre
Acercarse a la intimidad de Lezama no era fácil. Se decía espacio de lo hermético, sanctum sanctorum del helenismo de la matriz origenista. Pero ni tanto. Iván Cañas lo demuestra: El ojo curioso, invitador, intuitivo, aleatorio, en busca del esplín sicológico. Pero el sujeto no es lógico sino poético y en este caso se resbala del lente. No lo digo por disminuir la labor del ojo que tira. Cañas conspira, su sujeto tiene otros planes. Lezama está cerca, demasiado. Cañas ha dado con lo fortuito, es "don exquisito, potente oportunidad".* El punctum de la camera lucida.
Compréndase el límite: Siempre habrá distancia uno-y-otro, el-y-yo, sujeto-y-objeto (para eso son, dueto). El problema de la foto es otro, es su dilema de no-ser. Ser es la cara redonda, de frente de madrugada, de pelo rizo cano, de nariz gentilicia, de bigote cuidado con olor a humo y café. No-ser es el reverso del universo, esqueleto del alfiler.
Reducir la separación entre colón y refugio, la mínima expresión del "espíritu en fronesis", melao del limen, himen del tú-y-el-yo de la parábola. Nada fácil, el lente es invasión, pero ocurre que en estas fotos se crea una demanda que dirige al retículo, le exige qué ver. Para decirlo mejor, la oposición se torna alianza sin trasdoblo de santos: Lezama se mira diáfano desde el lente de Cañas. ¿Cómo lo sabemos? Un cierto espíritu otro que transmuta el tabaco en pluma bucal. De ahí emana el alma del fondo. El asunto radica en la esencia del puro, la dialéctica del humo. Cañas consigue entreabrir esa vanidad espumosa envuelta en virutas "cual araña sonrosada que se traga el humo".
Hay una secuencia, mi preferida de estos retratos deliberados fortuitos i-cañeros, en la que Lezama cala el foco, mejor, seduce la antena justo en el montuno de la película. Empero, el poeta se defiende, tabaco en mano, contra el palo del tuerto. El "enigmático e imprescindible tabaco" le sirve de escudo cilíndrico, de ejercicio patricio, de defensa Ruy López. ¿De qué huye? Sin duda, de sí, del an sich que pulula las esquinas, la sospecha del no-ser de todo 69. Es entonces que el zumo nicotínico abre la llave y arranca del olvido la mirada inmanente y breviaria. Sonríe, improvisa a tropel, extemporáneo e incoativo, nervio en excurso, discurso del éter.
Cañas capta el mejor de los Lezamas: sin estruendo, sin estupor, sin frenesí. El Lezama absorto en la efímera bocanada, el ligamento del tendón del verbo, la máscara de la fumada, la batuta cromática de la mano orográfica. El Lezama libresco en su morro, su estancia de los vivos muertos, su ecclesia mística, su consulado de virtudes.
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*Las palabras entre comillas, tomadas de diversas obras lezamianas de mi escueta biblioteca.
"Lezama inédito", de Iván Cañas
Centre Gallery (edificio 1, 3er piso, salón 1365)
Wolfson Campus, 300 NE Second Ave.
Hasta el 17 de diciembre
Gracias Yvonne por contribuir al recuerdo de nuestro Lezama....
ReplyDeleteTu.....Ivan Canas