Por Angel Cuadra - DIARIO LAS AMERICAS
El pasado viernes 23 de abril, en el local de Teatro en Miami Studio, se llevó a escena el monólogo “Josefina la viajera”, del cubano Abilio Estévez, residente en España, función que continuará viernes y sábados durante tres semanas a partir de la fecha inicial antes indicada.
Este espectáculo resulta muy interesante y muy completo artísticamente, por los diferentes elementos que el director de la puesta en escena, Rolando Moreno, ha sabido armonizar.
En alusión a la condición de “viajera” de Josefina, personaje central y único, en el centro y fondo del escenario aparece un carruaje simbólico de los que se usaban un siglo atrás, y éste consiste sólo en dos ruedas, como vista lateral del vehículo, y un velo o tela parecida que cubre una estructura que da la visión del citado carruaje, diseño del propio director, así como la escenografía general. A este se agregan los arreglos musicales y el acompañamiento al piano del notable cantante y músico Lázaro Horta; también la iluminación, de parte de Ernesto García, que varía según las situaciones del relato, y el diseño del vestuario de la actriz que interpreta a Josefina; y finalmente, el factor principal de este éxito teatral, que es la excelente y versátil actuación de Grettel Trujillo.
“Josefina la viajera”, es la historia de un personaje que arrastra en su peregrinaje toda una secuencia histórica del acontecer de su país. Ella dice que es nativa de una de las ciudades del oriente cubano, a donde emigraron sus abuelos en el éxodo de los franceses que huían desde Haití como resultado de la revolución de independencia que tuvo lugar allí a principios del Siglo XIX.
Josefina ha vivido mucho, como un personaje de leyenda, y acaso es sólo esto como una personificación que trasciende su tiempo histórico, hasta momentos y episodios de Cuba, cuyos límites en el tiempo no se precisan, porque el personaje puede proyectarse hasta recientes acontecimientos, a los que el relato se acerca con la vaguedad sugerente de la alusión. Josefina arrastra su peregrinaje desde comienzos de la República cubana.
Canciones cubanas de todas las épocas republicanas van matizando distintos momentos del comentario de Josefina; momentos que precisan más las canciones que los acompañan.
En un momento de sus comentarios, ella saca del bulto que arrastra como equipaje una bandera cubana, de la que dice que es la culpable de lo que le sucedió. Y aquí entona la tradicional canción La Bayamesa, símbolo artístico del patriotismo cubano.
Al cabo de su largo viaje, Josefina, una vieja ya resabiosa pero de mundana sabiduría, discute con el espejo que cuelga en un lateral, donde se refleja ella misma, su proyectado alter ego. Ella se fue de su ciudad natal hacia La Habana, éxodo nacional; ella se fue también de su país natal, emigró como el ave viajera que toma, disecada, en sus manos, y con tal símbolo dialoga y, al cabo, habla de las tres razones por las que hemos salido huyendo de la Isla tantos cubanos. Josefina lleva como ciento tres años simbólicos inventándose un signo de destierro y, en una exaltación final, también inventa una muerte.
Sería muy extenso describir todas las variantes que la actriz Grettel Trujillo da a este personaje fabuloso. Dialoga con el público, canta; ahora es trágica y apagada, luego irónica y vibrante y cómica; es agresiva y tierna; es detestable y adorable. Es, en fin, una de las mejores actuaciones que esta actriz ha tenido en los escenarios de Miami. Buena selección del director, Rolando Moreno, para este montaje de “Josefina la viajera”.
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