Wednesday, April 3, 2013

Rosa Ileana Boudet: el intento y el precipicio




Rosa Ileana Boudet: el intento y el precipicio

Carlos A. Aguilera

Especial/El Nuevo Herald

Con libros como Cuba: viaje al teatro en la Revolución (2012), Luisa Martínez Casado en el paraíso (2011), Teatro cubano: relectura cómplice (2010), En tercera persona. Crónicas teatrales cubanas (2004), Morir del texto. Diez obras teatrales (1995), entre otros, Rosa Ileana Boudet es una de las investigadoras teatrales cubanas más sólidas de los últimos 40 años. Cosa que corrobora su actual blog ( www.rosaile.blogspot.com/) y sus innumerables textos inéditos. Aprovechando una pausa entre libro y libro le enviamos a su casa de Santa Mónica, California, unas cuantas preguntas para saber si andamos por buen camino. 

En los años 90s surgen una serie de autores teatrales muy importantes para la escena en la isla (Alberto Pedro, Víctor Varela, Joel Cano…) Para alguien que fue un testigo privilegiado en esta época, ¿cómo la definirías? 

Los trabajos críticos más importantes que circularon a finales de los años 1980 o un poco después intentaron explicarla como un momento de inconformidad e incertidumbre, escenificados como angustia, desenlaces sin resolución y “poco felices”, ambigüedad y parodia. Vino abajo el campo socialista y empezaron años de incontables dificultades materiales, el llamado periodo especial. Sin embargo, aunque es cruel decirlo, para el teatro fue una sacudida, porque, como es lugar común, la crisis hace que el espectador busque abrigo en ese espacio único de gratuidad y placer. 

¿Hace algún aporte esta generación de los años 1990 al teatro cubano? 

Desde luego, aportó. Alberto Pedro consiguió un cuerpo dramático sorprendente antes de los 50 años. Un realismo que toma de Brecht, el absurdo y la tradición cubana. Su descubrimiento culminó en París, donde se tradujo. Víctor Varela escribió sobre la angustia en el cuerpo de sus actores. Sin embargo, hubo una fractura, tal vez porque algunos emigraron(mos), la impresión que tengo es que no se vuelve demasiado sobre ellos. Te hablo sobre los textos y las publicaciones, puedo estar equivocada, hace más de seis años que no veo una representación; la última, Arte, de Jazmina Reza, dirigida por Carlos Díaz

Si hubiera que señalar una obra que de verdad haya sido un corte con los años 1980 y ponga un imaginario nuevo sobre la escena, ¿cuál sería?

En Morir del texto, creí que Joel Cano proponía esa “nueva figuración”. Su experimentación con la estructura, (acertijos, barajas, escenas sin continuidad) su poesía, y su aceptar negar la tradición cubana, la hacía una obra de apertura. Pero lo escribí en 1993. Después, aunque en un dossier de la revista Primer Acto hay algo de esa preocupación, me faltan más lecturas para explicar lo que ha ocurrido .

Durante muchos años en Cuba hubo una sobredimensión de Brecht, de su “distanciamiento”. ¿Es el autor de ‘Santa Juana de los mataderos’ más positivo o negativo para la escena en la isla?

Cuba es el país del Caribe, quizás de América Latina, con más y mejores montajes de Brecht. El de Ugo Ulive fue sensacional. En los años 1960 hay una aproximación naive al distanciamiento por parte de algunos autores (Piñera se burla de eso en El filántropo) . Cuando Vicente Revuelta hace Galileo..., incorpora la versión no publicada, la del final en el que Andrea saca clandestinamente los manuscritos. Hizo un juego con todo aquello, fumaba de una caja de cigarros Populares e introdujo un coro de jóvenes. No nos hizo daño Brecht sino la ortodoxia, la amnesia, la dogmatización. Cuando Mario Balmaseda dirige La panadería, es un montaje cubano, no brechtiano, con payasos de la tradición nuestra. Habría que releer el Brecht de los Diarios , el de Walter Benjamin, no el instrumentalizado, sino el transgresor. 

Hablando de transgresiones, aparte de tu monólogo teatral (leído en Miami), has escrito algo nuevo y en otros géneros en los últimos años?

Sí, tengo mucho guardado, engavetado, tres versiones de esto, dos de aquello, cuentos, una noveleta... Visa de fiancé, que no sé lo que es, y hasta un intento de ficción histórica. Todo está en la sombra. Es difícil saber si algo vale la pena. Desde la mención en el concurso del Tren en España del 2001, no publico narrativa, salvo los cuentos que han circulado a partir de Estatuas de sal , la antología de Mirta Yáñez y Marilyn Bobes, y cuando hay un vacío así, intentarlo es como caer de un precipicio  

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