Ángel Cuadra.
Diario Las Américas
04-09-2010
Del Teatro en Miami
(Para reservaciones: (305) 551-7473). Esta obra podríamos insertarla en lo que entendemos como un poema dramático. Poema por el vuelo estético de muchos de sus diálogos; poema por la perspectiva desde la que se observa y plantea la realidad del asunto que nos presenta, esto es, abordando la objetividad con el añadido de lo subjetivo del observador, con lo que se trasciende el objeto o el asunto que se trata.Es así que las fronteras entre el pasado y el futuro se confunden. El pasado no aparece entonces como algo estático, sino como posibles versiones de la memoria que lo repasa, y desde la que el futuro podía haber tenido otro desenlace.
Esa es la órbita en la que giran tres personajes: dos mujeres: Antia y Marta, y un hombre: Salvador; triángulo fatal (entendido esto como lo inevitable) en el que el amor, el engaño, la mentira consecuente y el ingobernable destino, van a desviar estas tres vidas de un camino que pudo ser.
Tras veinte años de separación, los tres se dan cita en una especie de malecón, desde el que contemplan el infinito mar con su impreciso horizonte.
Salvador debió unir su vida en definitiva con Marta; pero su amiga Antia desvía hacía ella el interés del joven, que tuvo relaciones indistintamente con las dos.
Antia había fingido un embarazo inexistente que hizo a Salvador inclinarse hacia ésta. En tanto que ese estado sí era cierto en Marta. Esta baja astucia de Antia determinó el destino torcido de los tres personajes, que veinte años después analizan el pasado.
En cuanto a la actuación en escena, en general los tres actores alcanzan un buen nivel de actuación. Bien estructurado por Sandra García el personaje de Antia, justificando su reprochable astucia; Gretel Trujillo da una versión más tierna y más jovial, aunque dramática, en el papel de Marta, y Ariel Texidor aborda bien el tipo, indeciso y variable, de Salvador, aunque opino que a veces le sube un tanto el tono al dramatismo de su dolor.
La obra concluye con una fraterna cordialidad en la que los personajes asimilan el juego impredecible de la vida que, simbólicamente, es aventurarse en el mar de la existencia, tan frágil y al garete como una barca de papel.
Ernesto García, autor de esta obra bien lograda, presenta con novedosa perspectiva, interrogantes presentes en todos los tiempos en el andar de la vida de los seres humanos. Otro espectáculo, que tuvo lugar en el pequeño y acogedor teatro Havanafama, en la Ave. 10 y Calle 8, del SW. de Miami, donde asistimos el pasado sábado, fue la presentación del monólogo “Pase adelante, si quiere”, del destacado dramaturgo cubano en el exilio Pedro Monge Rafuls.
El personaje de esta pieza es Salomé, una mujer agobiada por la incertidumbre, en un medio social que, aunque no se especifica el lugar, se trata de un Estado Sociopolítico donde ordena y manda la autocracia de un jefe, al que se alude como el “Supremo”. A Salomé también la agobia su relación amorosa, mitad pasión, mitad temor, con un hombre que acudió a una guerra en un país lejano, y de cuya aventura sólo regresaron sus restos mortales. En medio de su asfixiante soledad, que ella atenúa a ratos con el cigarrillo y la música de canciones populares, Salomé repasa caóticamente los hechos de su vida, y cambia, sin orden, los planos del presente y el pasado, y se mantiene a la espera de alguien o de algo que llegará a su puerta y que podría cambiar su vida. La actriz encargada de este magnífico monólogo es Belkis Proenza. Esta buena actriz realiza un encomiable trabajo escénico, con un buen manejo de las múltiples transiciones que el texto presenta; el uso de simples elementos accesorios con los que borda adicionalmente su discurso, como, por ejemplo, un par de zapatos, un velo con el que se cubre a veces; un paño largo y blanco con el que juega como en una hábil y maníaca obsesión, etc., manejos éstos que la ayudan a proyectar su desequilibrio psíquico, con los que Belkis mantiene en todo momento el interés y la tensión del público asistente.
Por otra parte, hay que anotar un punto más al historial de Pedro Monge como dramaturgo, con este estupendo monólogo: una suerte de retazos, aparentemente inconexos, pero que logra la magia de unirlos finalmente con una gran efectividad escénica.
Monge, que cuenta con una amplia labor como dramaturgo, ha sido y es, además, un asiduo animador de este arte en el exilio de habla hispana en Estados Unidos, con la fundación del Centro Teatral Ollantay y su publicación periódica del mismo nombre.
No comments:
Post a Comment