Una visita para repetir.
Jesus Hernández.
Una sala de teatro llena es síntoma de éxito. Mejor aún si la obra viene acompañada de un buen texto, un elenco de lujo y una puesta en escena que resalta la labor del director. Tres factores que conforman La visita de la vieja dama, del dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt (1921 – 1990); que Rolando Moreno adapta, dirige y presenta, bajo la coproducción de Creation Art Center y Maroma Players, en la sala Teatro en Miami Studio estos días.
Dürrenmatt concibe el texto en un pequeño pueblo de Europa hacia el año 1956, donde la pobreza domina la existencia de cada uno de los habitantes. Desesperados y sin más esperanza que la concesión de un milagro para sobrevivir, todos se aprestan a recibir con gran ceremonia a quien fue prácticamente expulsada 45 años atrás y regresa con millones en las manos. Una mujer dispuesta a ofrecer una fuerte suma de dinero a cambio de la muerte del hombre más popular de la comarca. El mismo que la dejó embarazada cuando era muy joven y sobornó a dos testigos para evadir la paternidad. Situación que prácticamente la obligó a huir entonces del pueblo. La gente, sorprendida, rechaza públicamente la propuesta, pero, necesitada, no descarta del todo el pedido. La típica disyuntiva de la doble moral que enfrentamos a diario.
Claire Zachanassian, el personaje original del autor, se enfrenta a la vida con la carga del veneno impregnado por quien amó con locura. Optó por ser prostituta y se hizo multimillonaria sobreponiéndose a cada hombre adinerado que seducía y marido acaudalado que conquistaba. Pero su venganza no sería completa si no lograba hacer pagar con la vida a quien la hizo sufrir. Un texto que ha sido llevado a la gran pantalla siete veces, entre las que se destaca The visit (1964), protagonizada por Ingrid Bergman y Anthony Quinn. Además, La visita de la vieja dama sirvió como argumento para la ópera compuesta por Gottfried von Einem.
Rolando Moreno, a quien conocemos por sus acertadas adaptaciones y direcciones (Lorca con un vestido verde, Alguien quiere decir una oración y El médico a palos) repite su oportuna receta de tropicalizar el texto para acercarnos al argumento sin abandonar la esencia dramática de la pieza original. Adaptación que tiene lugar en un pueblo que lleva por nombre Arroyo Manso y está situado en un país donde llueve a cántaros, hay palmeras, crecen los plátanos y un esperado cambio de gobierno tuvo lugar.
El director apuesta por un decorado minimalista que destaca la penuria del pueblo y deja en manos de los actores el peso de la puesta en escena. Tan solo unos grandes pliegos de telarañas que cuelgan en puntos determinados y un par de escalones o pequeñas plataformas que sirven para reforzar escenas importantes.
El personaje protagónico original de Claire Zachanassian es aquí Clara Krugenberger y lo interpreta Sandra García. Actuación que destaca la rudeza acumulada por el sufrimiento y la ironía de haber vencido las adversidades. Interpretación que corre a lo largo de una fina y peligrosa línea divisoria que exige de la actriz control absoluto.
Moreno convierte al personaje original, aspirante a ser alcalde, en un hombre simple de pueblo. Bartolo es el nombre y parece estar relacionado con aquello del platanal de Bartolo, donde Clara le entregó todo su amor aquella vez. Jorge Hernández lo asume con un aparente aire inocentón que justifica su irrevocable falta, al mismo tiempo que lo impregna de carisma y sitúa al frente del elenco con una destacada interpretación.
Mario Martín asume al padre Benigno con la gracia que siempre predomina en el actor. Un sacerdote católico, hecho a la medida de la vieja usanza, que es receptor de reprobaciones por aquello de la doble moral.
Cristián Ocón, a quien conocemos por sus múltiples caracterizaciones bajo la dirección de Ernesto García, interpreta uno de sus mejores personajes. El jefe de policía concebido por Dürrenmatt, pero convertido en coronel del ejército por Moreno para darle mayor peso. Un sujeto que habla de justicia y bondad, pero el actor lleva a flote impregnado de hipocresía.
Reinaldo González asume su personaje del doctor Fiterre con un ritmo que sorprende. Puede ser el típico señor ilustrado, fino o cortés, al mismo tiempo que amanerado, que logra inyectar sensatez con una soltura que convence.
Cuatro personajes para Joel Sotolongo. Un auxiliar de trenes, un reportero de la radio, un viejo trompetista que inyecta humor y la señora de Martínez muy efusiva. Cada uno de ellos representados con fluidez, habilidad y atractiva simpatía.
Moreno logra plantear su versión apoyado de un elenco que lo sigue. Puesta en escena que deja al espectador con deseos de regresar para disfrutar la buena actuación otra vez.
La visita de la vieja dama es presentada en la sala Teatro en Miami Studio, 2500 SW Calle 8, segundo piso, Miami; viernes y sábado 8.30 p.m. Entrada general 20 dólares. Reservaciones 305 551 7473
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