La Revista del Diario
Publicado el 11-22-2007
Estrenan Alguien quiere decir una oración
Por Luis de la Paz
El teatro cubano exiliado se enriquece con el estreno mundial en Miami de la obra Alguien quiere decir una oración del dramaturgo cubano José Abreu Felippe, bajo la dirección del experimentado Rolando Moreno. Esta pieza escrita en 1995, es la primera obra de un tríptico, cuyo tema central es la muerte, que incluye además Si de verdad uno muriera y Muerte por aire.
La Revista del Diario conversó con Rolando Moreno sobre esta propuesta y nos dijo: “A mí siempre me interesó ese texto por su temática y forma, más allá de una posible puesta. Es un texto muy interesante y sobrecogedor”. De repente la idea de llevar a escena esta obra crece en Moreno, lo que lo lleva a convocar a dos actores, Gerardo Riverón y Tomás Doval, que considera ideales para interpretar los personajes que integran la pieza.
Alguien quiere decir una oración narra el estado de ánimo, la furia, la impotencia y la reacción de dos hermanos, ante la muerte de su madre en un accidente y la manera que afrontan ese suceso. De esta pieza el profesor José A. Escarpanter ha señalado que: “muestra un hecho, la imprevisible muerte de una mujer desde una doble perspectiva: la de sus hijos y la de la autora del crimen involuntario y concluye con la venganza de los jóvenes”.
Le preguntamos a Moreno sobre el reducido espacio de que dispone en Kimbaracumbara para montar esta obra: “Si el texto que tienes en la mano te provoca, uno hace teatro en la cabeza de un alfiler, no importa cuán pequeño sea el espacio del que se disponga”, dice con determinación. “Yo soy escenógrafo y tengo mucha experiencia trabajando con limitaciones. Además alguien dijo que las limitaciones crean los estilos y yo creo en eso”.
“En este caso comencé a construir una instalación, un aparato donde puedan ocurrir las cosas que el autor pedía. Abreu Felippe pedía una escenografía a izquierda y derecha más o menos realista, pero al centro rompía una especie de pirámide, mausoleo, donde pasaban cosas. Se podía entrar y salir y eso me provocó, de ahí partí y ahí están esos elementos en la propuesta que vamos a estrenar”, afirma.
Moreno dice que fue trabajando con los actores de una manera muy intensa: “Ellos hicieron ejercicios de improvisación y la cosa fue creciendo, elaborándose”, señala. “Honestamente me siento orgulloso, porque creo que he incluido todas las ideas del autor, así como los recursos dramáticos que Abreu Felippe utiliza dentro del teatro, como juegos con el tiempo, con el espacio, y ciertas referencias dentro de una escena, en que los actores empiezan a hablar del director y del propio autor”. Luego concluye: “Digamos que yo mezclé los ingredientes a mi gusto, pero el buen ron añejo lo suministró el talento del autor. Lo importante es un buen texto, lo demás es un trabajo a realizar. La puesta es un hecho muy bonito, pero efímero, lo que sobrevive es el texto escrito”.
Con esta propuesta Rolando Moreno lanza preguntas, explora territorios, sensaciones, dejando que sea el público, de acuerdo a sus vivencias, quien saque las conclusiones. Como director y amante del teatro afirma que: “Hacía rato que no me sentía tan estimulado por un trabajo. No sé por qué será, tal vez porque he tenido tiempo, porque los actores han sido increíbles, porque a mí me tocan las cosas muy de cerca. Todos hemos tenido una madre y esta obra trata de la pérdida de la madre, pero más allá de las circunstancias en que ocurre esa muerte. Ahí es donde está la universalidad del texto, en la poca cosa que somos. Nada del destino. No, lo insignificante que somos, la casualidad que es la que en verdad nos gobierna. Una vida se puede acabar en un momento, la existencia de un ser humano lleno de ilusiones y de ganas de vivir”, A continuación agrega: “El sentido del tiempo. Eso es otra cosa lindísima que tiene la obra, el tema del envejecimiento. La gente que vivió contigo comienza a morirse antes que tú y te quedas sólo con tu realidad. El sentido de lo eterno, de lo que perdura está en nosotros mismos, mientras haya alguien que te recuerde tú sigues vivo. Esas son las preocupaciones universales que están en la obra y que me han tocado”, finaliza diciendo.
Alguien quiere decir una oración: reflexiones sobre la muerte y la vida.
Publicado el jueves 22 de noviembre del 2007 en el Nuevo Herald. Por Arturo Arias-Polo.
Alguien quiere decir una oración se presenta los viernes a las 8:30 de la noche en el café teatro Kimbaracumbara, 1644 SW Calle 8. Entrada 25 dólares. Reservaciones (305) 642-8822.
Publicado el 11-22-2007
Estrenan Alguien quiere decir una oración
Por Luis de la Paz
El teatro cubano exiliado se enriquece con el estreno mundial en Miami de la obra Alguien quiere decir una oración del dramaturgo cubano José Abreu Felippe, bajo la dirección del experimentado Rolando Moreno. Esta pieza escrita en 1995, es la primera obra de un tríptico, cuyo tema central es la muerte, que incluye además Si de verdad uno muriera y Muerte por aire.
La Revista del Diario conversó con Rolando Moreno sobre esta propuesta y nos dijo: “A mí siempre me interesó ese texto por su temática y forma, más allá de una posible puesta. Es un texto muy interesante y sobrecogedor”. De repente la idea de llevar a escena esta obra crece en Moreno, lo que lo lleva a convocar a dos actores, Gerardo Riverón y Tomás Doval, que considera ideales para interpretar los personajes que integran la pieza.
Alguien quiere decir una oración narra el estado de ánimo, la furia, la impotencia y la reacción de dos hermanos, ante la muerte de su madre en un accidente y la manera que afrontan ese suceso. De esta pieza el profesor José A. Escarpanter ha señalado que: “muestra un hecho, la imprevisible muerte de una mujer desde una doble perspectiva: la de sus hijos y la de la autora del crimen involuntario y concluye con la venganza de los jóvenes”.
Le preguntamos a Moreno sobre el reducido espacio de que dispone en Kimbaracumbara para montar esta obra: “Si el texto que tienes en la mano te provoca, uno hace teatro en la cabeza de un alfiler, no importa cuán pequeño sea el espacio del que se disponga”, dice con determinación. “Yo soy escenógrafo y tengo mucha experiencia trabajando con limitaciones. Además alguien dijo que las limitaciones crean los estilos y yo creo en eso”.
“En este caso comencé a construir una instalación, un aparato donde puedan ocurrir las cosas que el autor pedía. Abreu Felippe pedía una escenografía a izquierda y derecha más o menos realista, pero al centro rompía una especie de pirámide, mausoleo, donde pasaban cosas. Se podía entrar y salir y eso me provocó, de ahí partí y ahí están esos elementos en la propuesta que vamos a estrenar”, afirma.
Moreno dice que fue trabajando con los actores de una manera muy intensa: “Ellos hicieron ejercicios de improvisación y la cosa fue creciendo, elaborándose”, señala. “Honestamente me siento orgulloso, porque creo que he incluido todas las ideas del autor, así como los recursos dramáticos que Abreu Felippe utiliza dentro del teatro, como juegos con el tiempo, con el espacio, y ciertas referencias dentro de una escena, en que los actores empiezan a hablar del director y del propio autor”. Luego concluye: “Digamos que yo mezclé los ingredientes a mi gusto, pero el buen ron añejo lo suministró el talento del autor. Lo importante es un buen texto, lo demás es un trabajo a realizar. La puesta es un hecho muy bonito, pero efímero, lo que sobrevive es el texto escrito”.
Con esta propuesta Rolando Moreno lanza preguntas, explora territorios, sensaciones, dejando que sea el público, de acuerdo a sus vivencias, quien saque las conclusiones. Como director y amante del teatro afirma que: “Hacía rato que no me sentía tan estimulado por un trabajo. No sé por qué será, tal vez porque he tenido tiempo, porque los actores han sido increíbles, porque a mí me tocan las cosas muy de cerca. Todos hemos tenido una madre y esta obra trata de la pérdida de la madre, pero más allá de las circunstancias en que ocurre esa muerte. Ahí es donde está la universalidad del texto, en la poca cosa que somos. Nada del destino. No, lo insignificante que somos, la casualidad que es la que en verdad nos gobierna. Una vida se puede acabar en un momento, la existencia de un ser humano lleno de ilusiones y de ganas de vivir”, A continuación agrega: “El sentido del tiempo. Eso es otra cosa lindísima que tiene la obra, el tema del envejecimiento. La gente que vivió contigo comienza a morirse antes que tú y te quedas sólo con tu realidad. El sentido de lo eterno, de lo que perdura está en nosotros mismos, mientras haya alguien que te recuerde tú sigues vivo. Esas son las preocupaciones universales que están en la obra y que me han tocado”, finaliza diciendo.
Alguien quiere decir una oración: reflexiones sobre la muerte y la vida.
Publicado el jueves 22 de noviembre del 2007 en el Nuevo Herald. Por Arturo Arias-Polo.
Alguien quiere decir una oración se presenta los viernes a las 8:30 de la noche en el café teatro Kimbaracumbara, 1644 SW Calle 8. Entrada 25 dólares. Reservaciones (305) 642-8822.
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